Trump, el “Matatán” del barrio
Llegó con un garrote en la mano (la derecha, por supuesto) y dispuesto a todo para que las cosas se hagan a su manera, sin ser Frank Sinatra.
Inició con redadas y las deportaciones masivas; ha repartido golpes y amenazas contra amigos y enemigos, sobre todo a los amigos y vecinos.
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Su aire de perdonavidas mete miedo a más de uno, y no es para menos, pues el peligro y el garrote son tan reales como potencialmente catastróficos para millones de almas, y quizá para toda la humanidad.
Pero ya el barrio no es el mismo.
Muchas cosas han cambiado, algunos vecinos han progresado y otros le han perdido el miedo a este Thor redivivo y le han cantado como Rita Indiana: “si tú me das yo te doy”.
Algo así fue lo que pasó con su amenaza de “hundir” a Colombia poniéndole 25 % de aranceles a todos sus productos, porque, en un inusual gesto de dignidad por estos lares, Gustavo Petro rechazó recibir dos aviones militares con deportados colombianos encadenados de pies y manos, como si fueran los peores criminales.
Después de un intercambio subido de tono, los ánimos bajaron de nivel y Colombia recibió a sus ciudadanos deportados, pero sin esposas, tal cual pedía Petro. Antes, el presidente colombiano le había dicho “dulcemente” que respondería “arancel por arancel”.
Al final, ambos recularon. Primer fallo.
El sábado, Trump volvió a tronar como un Zeuz borracho al tiempo que pronunciaba su palabra mágica: “aranceles”. Así es, 25 % para México, 25 % para Canadá (su perrito faldero) y 10 % para China, su “archirrival” enemigo. Al lunes siguiente cayeron todas las bolsa asiáticas, las europeas y también en Wall Street.
Pero otra vez, las cosas no le saldrían tan bien como esperaba. Canadá y México dijeron que en reciprocidad, ellos también le aplicarían iguales aranceles a los productos provenientes de Estados Unidos.
Llegado el martes, y después de conversaciones bilaterales con Claudia Sheinbaum (México) y Justin Trudeau (Canadá), Trump anunció “victorioso” que había logrado que esos socios se comprometieron a reforzar sus fronteras para impedir la entrada de inmigrantes y de fentanilo a territorio estadounidense. Mientras, la aplicación de los aranceles se aplazaba por un mes. Segundo fallo.
China ha dicho que igual responderá arancel por arancel y que llevará el caso ante la Organización Mundial del Comercio.
Trump dispara y luego habla. Típico del que se sabe más grande y fuerte en el corral.
Sin embargo, tal como ha advertido más de un analista, esta vez el Matatán podría darse un tiro en el pie (el derecho, por supuesto), pues los aranceles afectarían no sólo a México, Canadá y China, sino –y esto es lo grave- también al consumidor norteamericano, porque si a Trump “aranceles” le resulta la palabra más “hermosa” del diccionario, inflación es la más indeseable para los consumidores (ciudadanos y votantes) estadounidenses.
En definitiva, la fanfarronería, los garrotazos, la guerra arancelaria tendría un efecto negativo para todos, incluido Estados Unidos.
Esta vez el Matatán podría ir por lana y salir trasquilado, todo dependerá de lo que hagan las “ovejas” latinoamericanas, chinas y europeas. Sigan viendo al “Matatán” con su garrote en mano, pero no olviden que “perro que come huesos, a su garganta se atiene”.
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