Dionisio Blanco, José Pimentel Muñoz, Miguel Guerrero y Leonardo Díaz García, en el Encuentro Histórico de San Cristóbal.
Santo Domingo.-A pesar de que su desaparición física ocurrió hace casi 63 años, Rafael L. Trujillo Molina volvió a ser tema de primer orden en un encuentro de carácter histórico de sancristobalenses celebrado en esta capital.
Todo se produjo en el “XVI Encuentro de Historia, Recuerdos y Anécdotas de San Cristóbal”, celebrado en el Centro Cultural Mirador, donde siete de doce expositores aludieron cálidamente al hombre que gobernó dictatorialmente el país durante 31 años.
El primero en hacerlo fue el periodista y escritor Miguel Guerrero, quien se tomó casi una hora explicando el accidentado recorrido seguido por el féretro de Trujillo desde que la noche del 17 de noviembre de 1961 fue sacado de su nicho en la planta baja de la iglesia parroquial católica de San Cristóbal, embarcado hacia Europa, regresado desde altamar al país y requisado varias veces, para finalmente ser enviado por avión a París.
Al comenzar a exponer, Guerrero -autor del libro “Los últimos días de la era de Trujillo”- el organizador del evento, el periodista José Pimentel Muñoz, informó que el tema del periplo del ataúd fue puesto en agenda por ser de alta importancia en el final de Trujillo, a quien definió como “el personaje histórico más importante de San Cristóbal”.
En la iglesia
Guerrero detalló la meticulosa acción de retirada del cadáver, ejecutada por efectivos militares enviados por el general Ramfis Trujillo Martínez, su colocación en un sarcófago especial camuflado y embarque en el yate Angelita, que partió del puerto de Boca Chica hacia Francia
Esta operación se produjo varias horas antes de la salida del país de quien en ese momento era jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.
La tripulación de la nave, afirmó, ignoraba que entre las pertenencias embarcadas del general Trujillo Martínez se encontraba el féretro del caudillo ultimado a tiros el 30 de mayo de 1961. Incluso el presidente Balaguer desconocía que el cadáver había sido sacado encubierto a media noche de la iglesia de San Cristóbal y colocado en el yate Angelita para llevar a Europa.
En el lugar donde reposaba el ataúd del generalísimo los militares dejaron otro igual para disimular la acción de retirada dispuesta por el poderoso hijo del dictador.
Embarque
Contó cómo Trujillo Martínez, tras ultimar a los matadores de su padre en la hacienda Nigua, tomó en el puerto de Haina la fragata Mella y se trasladó a la isla de Guadalupe, posesión francesa al sur del mar Caribe, para allí abordar un avión que lo llevó a París el 22 de noviembre.
Observó que el yate Angelita, casi llegando a las islas Azores, se devolvió a República Dominicana con el féretro del dictador, siguiendo orden del presidente Balaguer atendiendo a denuncias de que llevaba lingotes de oro y una fuerte suma de valores y dinero en efectivo sustraídos por Trujillo Martínez.
Los asistentes a la tertulia -ochenta y dos personas- escucharon atentamente a Guerrero al explicar cómo la nave llegó a la bahía de Las Calderas el 29 de noviembre y el ataúd y demás cajas fueron revisados en tierra por una comisión designada por Balaguer.
La parte que despertó más interés fue la relativa al traslado del sarcófago de Las Calderas a la base aérea de Barahona en la cama de un camión sucio de estiércol de vaca.
Saludo al cadáver
Ocurrió así -explicó el charlista- porque al enterarse Balaguer de la existencia del cadáver en una de las cajas a bordo del yate devuelto, instruyó a un oficial militar superior llevarlo a la base aérea de Barahona en el más absoluto secreto.
Guerrero reveló que en la ardua investigación que realizó para producir el libro, recibió el testimonio de que el oficial encargado del traslado -de apellido Veras- al no poder llevar el sarcófago en su propio vehículo, se apropió de un camión del ingenio Barahona sucio de estiércol para llevarlo a la base aérea de esa ciudad.
De acuerdo a ese testimonio, el oficial -al abrir la caja y ver el cadáver- se impresionó e hizo saludo militar diciendo “carajo, con lo grande que era este hombre”.
De Barahona, apuntó, el sarcófago fue llevado a la base aérea de San Isidro en un avión de la Aviación Militar Dominicana y de ahí transportado a París en un jet de Pan American contratado por el presidente Balaguer.
Guerrero calcula que la caja conteniendo los restos del dictador fue abierta en seis ocasiones desde que el yate Angelita retornó al país y finalmente fue llevada a Francia.
Para el escritor, es impactante que el hombre de más dimensión del país diera su último paseo por el territorio nacional en la cama de un camión.
Tanto Guerrero como los periodistas Saúl Pimentel y José Pimentel Muñoz llamaron la atención sobre versiones fantasiosas e incoherentes vertidas -en parte para consumo de los turistas- por el sacristán de la iglesia de San Cristóbal, Manuel Paulino, quien vive aún, en torno a la retirada a media noche del cadáver.
Tras la exposición de Guerrero se produjo un caluroso intercambio de conceptos sobre el hombre que gobernó el país con mano dura durante 31 años.
Leonardo Díaz García, tercer conferencista principal en el encuentro, refiriéndose a los movimientos de la juventud de San Cristóbal en el lapso 1960-2000, fue preguntado por el periodista deportivo Luis Fernández si los sancristoberos actuales son “trujillistas o antitrujillistas”.
Díaz García, economista y sicólogo, respondió que la población sancristobera de los años 60, 70 y 80 fue predominantemente “antitrujillista y antibalaguerista”, pero que en los últimos tiempos se ha registrado hacia la ciudad una enorme llegada de nativos de otras zonas del país y no se sabe cuáles son sus sentimientos, porque esos emigrantes tienen otros intereses de vida.
Gratitud a Trujillo
Miriam Lorenzo dijo que en San Cristóbal están los monumentos y edificaciones de todo tipo, especialmente del orden educativo, que hizo Trujillo “por el cual debemos tener gratitud”.
Ramón Puello Báez destacó, en una amplia exposición, que ningún sancristobalense amasó fortuna durante la era de Trujillo ni administró empresas. Tampoco ninguno propició homenajes y, sin embargo, dos nativos fueron de los líderes de la conspiración que culminó con la vida del dictador.
Luis de León explicó que San Cristóbal “era un pueblo que tenía vida propia, tierras muy fértiles y una economía de la época sólida y fuerte y producía su alimentación, y Trujillo comenzó a apropiarse de toda la tierra para conformar su hacienda Fundación. Por eso ningún sancristobalense propuso nunca homenaje a Trujillo”.
Milka Lorenzo Puesán destacó, brevemente, cómo pidió varias veces detalles del complot contra Trujillo al general Antonio Imbert Barreras cuando era presidente de la Rosario Dominicana, donde ella laboraba en el área de contabilidad. Afirmó que siempre Imbert se negó, con diferentes alegatos, a ofrecer esos pormenores.
El periodista y abogado William Alcántara preguntó a Guerrero si favorecía que los restos de Trujillo sean traídos al país desde España.
Guerrero dijo que los restos de José Arismendy Trujillo Molina (Petán), originalmente sepultados en Puerto Rico, se encuentran aquí, pero se abstuvo de emitir una opinión sobre la traída del cadáver de Trujillo, “porque no sabría cuáles serían las reacciones”.
Trujillismo
— Herencia
“Trujillo no ha muerto todavía en el alma de mucha gente aquí y la herencia de Trujillo -el autoritarismo principalmente- está viva en la sociedad dominicana”, enfatizó el conferencista.
*Por JOSE PIMENTEL MUÑOZ