Las redes sociales, que parecen ser la nueva plaza pública o parque central, revelan mejor que nada esa faceta oscura y fea de la naturaleza humana que se manifiesta a través de reencarnaciones de Ebenezer Scrooge, el amargado anti-social odiador de la Navidad creado por Dickens en 1843.

Hay innumerables versiones del personaje, como el Grinch del Dr. Seuss que trata infructuosamente de malograr el espíritu de la Navidad. Ni siquiera el significado espiritual, no sólo religioso, de que la fecha es el cumpleaños del Niño Jesús, aplaca los impulsos misantrópicos de quienes se dedican a tratar de amargar vidas ajenas tuiteando o posteando en otras plataformas tétricos, tristes y desafortunados mensajes que siempre dicen más de ellos mismos que de aquellos a quienes los dirigen.

Cada cual se comporta siempre según su esencia, educación y madurez. Cuando veo cómo infelices troles, por contrariar opiniones, vomitan indignación, resentimiento u odio, contra desconocidos que personalmente no se atreverían a saludar, me pregunto cómo viven consigo mismos. ¡Ojalá desearles bendiciones navideñas los exorcice!