Los abogados no se merecen el deprimente espectáculo que dio el Colegio de Abogados de la República Dominicana durante el fin de semana.
Escenificaron un gran altercado que afortunadamente no pasó a mayores, pero que pudo terminar hasta en una tragedia.
Todo por diferencias entre grupos para escoger una comisión organizadora de las elecciones.
Algo tan simple como eso terminó con un pleito a sillazos y hasta agresiones físicas entre colegas que ejercen el noble oficio de dar asistencia técnica judicial a los ciudadanos.
El Colegio de Abogados de la República Dominicana está llamado a jugar un papel de principalía en el país, especialmente en la esfera judicial y todo el proceso de reformas a que el país debe abocarse. Sin embargo, esas actitudes y manifestaciones de poco civismo hacen dudar sobre si está en condiciones de enfrentar esa misión a las alturas que demanda la sociedad.
Esa institución es una de las que más injerencias sufre de los partidos políticos. No debe extrañar que reproduzcan sus mismos vicios y por lo tanto le caben las mismas comparaciones.
Muchas veces en las elecciones generales debemos concluir que los ciudadanos tienen más cultura democrática que los dirigentes de los partidos políticos. Lo mismo cabe decir en los torneos electorales de muchos gremios.
Ese espectáculo de los abogados deja mucho que desear.