- Publicidad -

- Publicidad -

Tres generaciones, un mismo ciclo: embarazo precoz y pobreza

Vulnerabilidad.- Niñas desarrollan vínculos tempranos y desiguales buscando afecto. - Una de cada cinco adolescentes entre 15 y 19 años ya es madre, lo asumen como normal.

Santo Domingo.- La niña asesinada en Los Guandules, fue entregada a los siete años a su tía, Yokeiry Coronado De La Cruz, buscando una oportunidad que su madre, Estefani Morla Coronado, quien la tuvo a los 13 años, no podía darle. Esa decisión, tomada con la esperanza de un mejor futuro, terminó en tragedia: la niña murió tras ser víctima de maltrato por parte de quien prometió cuidarla y darle “una mejor vida”.

Lee: ¿Por qué hay tantos embarazos en adolescentes en República Dominicana?

Pero su historia empezó mucho antes de su muerte. Comenzó con un embarazo precoz, el de su madre, que a su vez fue resultado de otro embarazo adolescente: el de su abuela. Así se repite el círculo de la pobreza y la exclusión en los barrios más vulnerables de República Dominicana.

Infancia interrumpida, maternidad impuesta

Hoy, con apenas 21 años, Estefani es madre de tres niños. Administra un pequeño mercado en Peralvillo, Monte Plata, para mantener a sus hijos de 6 y 4 años. Tras la muerte del padre de su hija mayor, ha asumido sola la crianza y el sostén económico de su familia. Su historia, sin embargo, no es la excepción. En sectores como Los Guandules, un barrio marginal del Distrito Nacional, marcado por la pobreza, el hacinamiento y el abandono estatal, este patrón se repite como regla no escrita.

Estefani Morla Coronado- Los guandules
Estefani Morla Coronado
Foto: Arlenis Castillo

Un informe de Unicef publicado en 2024, titulado Análisis de la Situación de los Derechos de la Niñez ante las Violencias, advierte que la sobrecarga de cuidados, la violencia de género y la falta de oportunidades refuerzan el riesgo de embarazos tempranos.

En el país, una de cada cinco adolescentes entre 15 y 19 años ya es madre o está embarazada. La tasa de fecundidad adolescente es de 77 nacimientos por cada 1,000 mujeres en ese rango de edad, afectando con mayor dureza a las adolescentes rurales, pobres y con bajo nivel educativo.

Cifras que revelan una realidad alarmante

Detrás de cada cifra hay historias de infancia interrumpida, abandono escolar, precariedad emocional y exclusión social. Y también hay patrones familiares profundamente enraizados. Desde la perspectiva del psicoterapeuta familiar Julio César Sánchez Medina, la maternidad adolescente en contextos de pobreza tiende a repetirse por una combinación de factores psicológicos y sociales.

Julio César Sánchez Medina
Julio César Sánchez Medina

“Muchas niñas crecen viendo a sus madres convertirse en madres jóvenes, y lo asumen como algo normal. A eso se suma la ausencia de proyectos de vida alternativos: sin acceso a educación, trabajo ni apoyo comunitario, les cuesta imaginar un futuro distinto”, afirma.

Modelos lejanos, sueños imposibles

Surge entonces una pregunta válida: “¿Con tanta información disponible, por qué no pueden imaginar otra realidad?”. Sánchez responde que aunque existan modelos de éxito, muchas adolescentes los perciben como inalcanzables.

“Se idealizan figuras a las que no sienten pertenecer: ‘ella lo logró porque es bonita, tiene suerte, yo no tengo eso’. La autoestima deteriorada y la identidad forjada en la precariedad emocional hacen que estos referentes no se integren como posibilidades reales”, explica.

Además, muchas de estas niñas desarrollan vínculos tempranos y desiguales buscando afecto y pertenencia, lo que alimenta el ciclo de embarazos precoces. La falta de habilidades parentales en sus familias y la ausencia de redes de apoyo refuerzan este patrón.

“Es un ciclo que se alimenta a sí mismo: pobreza y maternidad adolescente que se reproducen porque las condiciones estructurales no cambian”, señala Sánchez.

Pero ¿qué ocurre emocionalmente con una niña criada por una madre adolescente sin apoyo ni recursos? Según la terapeuta Yalíx Muñoz Rosa, en estos casos la vulnerabilidad emocional es profunda.

Yalíx Muñoz Rosa
Yalíx Muñoz Rosa

“Muchas niñas adoptan roles que no les corresponden: cuidan a sus hermanos o incluso a su madre. Esta inversión de roles, llamada parentalización, genera ansiedad, estrés y vacíos afectivos que marcan su desarrollo emocional”, explica.

La ausencia de límites claros, disciplina inconsistente y carencia de afecto pueden afectar su capacidad de establecer vínculos sanos en el futuro.

El peso económico del embarazo adolescente

Las consecuencias trascienden lo emocional. El impacto económico del embarazo adolescente en la República Dominicana es alto.

Según el informe Consecuencias Socioeconómicas del Embarazo Adolescente (2021), el país pierde anualmente RD$3,652 millones (unos USD 73 millones), equivalentes al 0.09 % del PIB. Un informe más reciente del UNFPA (2025) eleva ese monto a USD 131 millones, distribuidos en tres áreas: educación (USD 52 M), empleo e inactividad (USD 14 M) e ingresos laborales perdidos (USD 65 M). Además, muchas madres adolescentes ganan hasta 23 % menos a lo largo de su vida laboral.

Frente a este panorama, la solución no puede ser parcial ni superficial.

“Desde la psicología, es fundamental ofrecer acompañamiento emocional, reforzar la autoestima y ayudar a construir proyectos de vida realistas”, dice Julio Sánchez.

Pero insiste: “Eso no basta. Se necesita intervención comunitaria”.

Las escuelas, centros de salud, iglesias y organizaciones locales deben formar redes de apoyo sostenidas. Programas de mentoría, donde mujeres adultas acompañen a adolescentes madres, han demostrado ser efectivos. La clave está en ofrecer modelos distintos de vida que las adolescentes puedan visualizar como posibles y alcanzables.

Por su parte, Yalíx Muñoz Rosa enfatiza que se requieren mecanismos de protección más ágiles y efectivos: “No podemos esperar a que las tragedias pasen para actuar. Los casos de negligencia y violencia no deben depender de la presión mediática ni del poder de los denunciantes”.

Romper este ciclo exige también voluntad política: acceso a educación de calidad, salud mental, empleabilidad y políticas de protección social que lleguen realmente a quienes las necesitan. En lo emocional, se trata de generar esperanza; en lo estructural, de garantizar condiciones mínimas para que esa esperanza no se vuelva una ilusión.

Porque, en definitiva, el ciclo de la pobreza no empieza en los números, sino en lo más pequeño de la sociedad: la familia. Es desde ahí que deben nacer las transformaciones… para que no se tronchen sueños, para que no se pierdan infancias, para que no volvamos a llorar a otra niña como la de Los Guandules.

Etiquetas

Katherine Espino

Katherine Nicole Espino Cuevas. Periodista, locutora profesional y CMM. Máster en Comunicación Política Avanzada por Next Educación (Madrid). Amante de la escritura bien hecha, las historias con sentido humano y las causas sociales. Creo en la comunicación con propósito, en los valores y en ...

Artículos Relacionados