Jugadores de baloncesto de Estados Unidos reaccionan después del juego por la medalla de bronce de la Copa del Mundo entre Estados Unidos y Canadá, en Manila, Filipinas, el domingo 10 de septiembre de 2023. (AP Foto/Michael Conroy)
El lunes hubo un largo vuelo que trasladó al equipo de baloncesto de Estados Unidos de Manila a Los Ángeles, cerca de 13 horas en un charter que no tenía el wi-fi que se requiere para tener comunicación con el mundo exterior a 30.000 pies de altitud. Sin mensajes de texto, ni correos electrónicos.
Eso fue desafortunado. Fueron 13 horas en las que no se pudo realizar el reclutamiento para París.
Terminó la Copa del Mundo, en la que Estados Unidos se quedó sin preseas. El mundo demostró nuevamente que los estadounidenses, incluso con jugadores de la NBA, son vulnerables en competencias internacionales.
Y ahora, toda la concentración del equipo de EEUU está puesta en los Juegos Olímpicos de París, donde el reto será más complicado que en el Mundial, que nuevamente le recordó a los estadounidenses lo mucho que el nivel de juego de FIBA ha cambiado.
“La narrativa sobre el baloncesto de Estados Unidos y la FIBA, y sí necesitamos recordatorios, ya hemos superado eso”, dijo Steve Kerr, el entrenador de Estados Unidos. “Estos equipos son realmente buenos”.
Kerr estará en los Juegos Olímpicos el próximo verano. Su staff — Erik Spoelstra, Tyronn Lue y Mark Few — también están comprometidos. La federación, con Grant Hill y Sean Ford como jefes, pasarán los próximos 12 meses tratando de elegir a los 12 jugadores indicados.
El objetivo no cambia. Es la medalla de oro o nada. La plata no será suficiente, el bronce tampoco y una repetición de la cuarta posición de Manila sería un desastre. Estados Unidos ha competido en el baloncesto masculino olímpico 19 veces y ha ganado 19 medallas, las cuatro más recientes, de oro. En el papel, se ve sencillo. Pero no lo es. Dejó de serlo. Y probablemente nunca más lo será.
“No creo que como estadounidenses y jugadores de baloncesto pensemos que no podemos perder”, dijo la leyenda Carmelo Anthony, quien ganó cuatro preseas olímpicas — tres oros y un bronce — con el equipo nacional. “Creo que el miedo de perder es lo que nos impulsa y lo que nos hace seguir adelante y querer ganar y sentirnos tan mal después de las derrotas. Hacemos un gran trabajo como organización en (la federación) en lo que respecta al respeto por el deporte… pero nuestros jugadores en Estados Unidos saben que tenemos que competir”.
Y ahora la federación sabrá quien quiere competir en un escenario de alto riesgo y alta recompensa.
Y se convertirá en un asunto de cuántas figuras de la NBA que no jugaron este verano querrán hacerlo el próximo en el escenario olímpico y sacrificar seis o siete semanas.
Stephen Curry ha hablado de ello. Kevin Durant debería tener un lugar en el equipo olímpico por el tiempo que él quiera. Si LeBron James quiere jugar, lo hará. Bam Adebayo contempla estar en París con un papel destacado en el equipo como fue con el equipo que ganó en Tokio. Devin Booker y Jayson Tatum deberían estar ahí también y Draymond Green quiere intentar ganar más oro.