Parecía imposible que algo tan simple como prohibir la circulación de camiones de seis ejes por el Malecón de Santo Domingo se pudiera ejecutar hasta que finalmente la Alcaldía del Distrito Nacional se lo propuso como una cruzada y lo consiguió.
Retirar cientos de carros de concho de la avenida Abrahán Lincoln se tenía como una quimera por el temor a la resistencia que pudieran mostrar los empresarios del transporte, pero la determinación del Gobierno logró imponer un corredor con autobuses y retirar de la vía al ineficiente sistema de transporte público en carros.
Un simple agente de la DIGESETT ha impuesto en una esquina de la calle Leopoldo Navarro esquina calle Mary Pérez que solo se puede doblar a la izquierda desde el carril izquierdo con la simple determinación de no dejar que lo haga quien ocupa otro carril.
En cada caso el resultado fue inmediato: mejora de la fluidez del tránsito en esos tramos viales, aunque todavía no es suficiente.
Esos ejemplos demuestran que sin grandes inversiones se pueden lograr grandes mejoras en el tránsito de Santo Domingo, que ahora luce colapsado a toda hora del día.
Pero falta la determinación que finalmente se obtuvo para prohibir el transito de vehículos pesados en el Malecón y sacar los carros de concho de la Lincoln.
El caso de la Leopoldo Navarro lo que demuestra es el cambio positivo que se puede generar cuando un servidor público tiene la determinación de cumplir con su deber y hacer cumplir las leyes.
El tránsito puede mejorar bastante con una microgerencia efectiva, que es lo que ha faltado en muchos casos.
Por ejemplo, una medida tan simple como hacer cumplir la prohibición del parqueo paralelo traería una mejora enorme en la circulación de esas vías internas de los barrios.
Falta determinación para mejorar el tránsito en Santo Domingo.
