Tragedia en Naco: psiquiatra analiza posibles fallos en atención a Jean Andrés Pumarol

La doctora Francis Báez llama a la sociedad dominicana a romper el estigma sobre los trastornos psiquiátricos y entender que la prevención, el seguimiento familiar y la conciencia del diagnóstico pueden hacer la diferencia entre la estabilidad y el colapso.
Santo Domingo.- “Cualquier diagnóstico psiquiátrico puede entrar en psicosis. Desde una depresión leve hasta una esquizofrenia, cualquier paciente puede alucinar, oír voces, tener ideas delirantes de daño o actuar en función de un pensamiento alterado”, explica la psiquiatra Francis Báez,
La especialista en salud mental fue consultada por el Periódico El Día sobre el caso de Jean Andrés Pumarol Fernández, el hombre de 30 años acusado del ataque con arma blanca que dejó una víctima mortal y cinco personas heridas en el condominio Dorado IV, del sector Naco en el Distrito Nacional.
Para la especialista, más que la enfermedad en sí, el verdadero riesgo radica en el abandono del tratamiento, en la falta de conciencia del paciente sobre su condición, y en el desconocimiento o la desinformación de la familia respecto a los signos de alarma.
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Báez señala que hay señales que no deben ser ignoradas como el aislamiento, impulsividad, insomnio, agresividad sin causa aparente, cambios de conducta repentinos, o el simple rechazo a tomar los medicamentos.

“Puede que la familia crea que el paciente está cumpliendo su tratamiento, pero él puede estar botando las pastillas o escondiéndolas. Y si no está medicado, está desprotegido. El cerebro necesita ese equilibrio químico para funcionar con normalidad”, advierte.
Incluso una interrupción de más de 24 horas en el tratamiento podría ser suficiente para desatar una crisis. Si esa crisis ocurre sin supervisión o atención oportuna, las consecuencias pueden ser devastadoras.
Un caso que conmociona
El caso de Jean Andrés Pumarol Fernández, de 30 años, ha provocado consternación, dolor y muchas preguntas sobre el papel que juega la salud mental en hechos de violencia extrema.
El joven, residente del quinto piso del mismo edificio, recorrió varios apartamentos armado con cuchillos, agrediendo a quienes abrían sus puertas.
Como resultado del ataque, falleció Yolanda Handal Abugabil, de 70 años. Otras cinco personas resultaron heridas, entre ellas Guillermo Pumarol, padre del agresor.
Pumarol Fernández permanece internado en una clínica privada, bajo custodia policial, mientras el Ministerio Público realiza las investigaciones.
Hasta el momento no se ha determinado una calificación jurídica definitiva, a la espera de los informes médicos y psiquiátricos.
Estaba bajo tratamiento
Mediante un comunicado, la familia Pumarol-Fernández expresó su solidaridad con las víctimas, especialmente con los allegados de la señora Handal.
Indicaron que Jean Andrés vivía con un diagnóstico de salud mental desde hace más de una década, y que se encontraba bajo tratamiento, lo que le había permitido llevar una vida funcional.
“Vivimos una situación profundamente desgarradora, que nos afecta desde múltiples dimensiones”, manifestaron.
El rol de la familia y la comunidad
“El diagnóstico es solo el primer paso”, insiste la doctora Báez.
“El pronóstico real depende del compromiso de la familia. Es lo mismo que con una enfermedad cardíaca, si no se toma la pastilla, hay un infarto. Aquí, si se abandona el tratamiento, hay una descompensación mental que puede poner en riesgo al paciente y a su entorno”.
La experta subraya que la psicoeducación es una de las herramientas más poderosas para evitar tragedias. Es decir, que la familia entienda los síntomas, riesgos y medidas preventivas asociadas a cada diagnóstico.
También hizo un llamado a la sociedad a romper el estigma sobre los trastornos mentales: “Tengo pacientes bipolares que son médicos, abogados con esquizofrenia que trabajan perfectamente. Todo depende del tratamiento, de la conciencia del paciente y del seguimiento que reciba”.
Todos necesitan ayuda
Para la especialista, no solo el agresor necesita atención psiquiátrica.
“Las víctimas sobrevivientes, sus familias, los vecinos y testigos han quedado marcados. Muchos desarrollarán trastorno de estrés postraumático, miedo, insomnio o depresión”.
En ese sentido, la doctora Báez hace un llamado a actuar desde la prevención, no desde el prejuicio.
“La salud mental es responsabilidad de todos. Como comunidad debemos educarnos, acompañar y actuar con firmeza y compasión para que tragedias como esta no se repitan por abandono, negligencia o estigma”.