Toponimia dominicana

Toponimia dominicana

Toponimia dominicana

Víctor Féliz

*Por Víctor Féliz Solano

El origen de los nombres de los pueblos de nuestro país se decanta por varias vías, en primer lugar, hay topónimos cuyo origen se datan de la etapa colonial y se relacionan precisamente a la creación de la villa o del curato casi siempre por influencia española, en segundo lugar, tenemos la característica del origen de los nombres a partir de una influencia local, tanto de un medio geográfico, como de una persona.

Por ejemplo, Moca se le atribuye su nombre por el río Moca, en el caso de San Francisco de Macorís se debe a la ermita de San Francisco al igual que San Cristóbal por la ermita de San Cristóbal.

El distrito municipal de La Victoria otrora se llamaba La Victoria del Ozama cuyo cauce era navegable hasta allí. La tercera vía del origen, es la designación por ley; esta tiene razones de varias naturalezas: razones históricas y políticas son las más recurridas.

Enriquillo fue el primer nombre legal que se conoce en el país, es decir, dado por una ley que data de 1884. Hay otros nombres que son anteriores, pero no están registrados en las leyes pero que se presume fueron dados por los ayuntamientos. Por ejemplo: San Antonio de Guerra cuyo nombre que data del período 1848-1856, originalmente se llamaba Los Llanos de Abajo, para diferenciarlo de Los Llanos de San Pedro de Macorís.

Muchos de los nombres de los territorios fueron bautizados según el origen de sus pobladores. El sector de la ciudad capital conocido como San Carlos se bautizó como San Carlos de Tenerife por allá por los años 1784, debido a que allí se asentaron migrantes canarios y fue un municipio hasta 1914. Esta es la cuarta vía de como surgen los nombres de los pueblos o toponimia y podemos encontrar decenas de casos parecidos en todo el continente americano.

La fundación de ciudades en el sur de la isla obedece a una estrategia geopolítica, pues desde sus orillas podían ir y venir desde y hacia el continente con mas facilidad. En esta zona del país podemos apreciar nombres de indígenas que eran nativos de esos lares. Tamayo en Bahoruco que en orígenes se conoció como Hatico y Buy es conocido hoy por Bohechío, nombres que fueron impuestos para recordar aquellos momentos épicos de luchas de aborígenes destacados por su coraje contra colonizadores.

Desde 1884 hasta 1927 se impuso la corriente de bautizar poblaciones con nombres en razón de exaltar a los héroes nacionales, Duarte, Sánchez, Mella, Imbert, Cabral, Tenares, Luperón, Miches, etc. No fue hasta la Era de Trujillo en donde esta corriente sufrió una variación impactante en razón del inicio de la exaltación del Trujillismo y desarraigo de nombres exóticos (extranjeros) haitianos o franceses y en un plumazo se cambiaron 143 nombres. Hoy se recurre a personajes políticos recientes para bautizar poblados.

La toponimia dominicana no es casual, podría decirse que los procesos históricos nuestros fueron bien construidos y son parte de esa construcción identitaria que poseemos como nación. Invitamos a nuestros lectores buscar en el espacio Municipalidad Global la participación de Werner Darío Feliz miembro de la Academia de Historia Dominicana y conocer con mayores detalles y a profundidad este apasionante tema.



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