Cuando estuve pensando sobre el tema de esta columna, a las 5:00 de la mañana, hora de Guatemala, me decía que tenía que darle continuidad al tema de las quejas del lunes pasado, pues si queremos salir de ese círculo vicioso que se crea cuando hacemos un hábito el quejarnos sin aportar soluciones, me llega a la mente “tomar las riendas”, en pocas palabras: acción.
ente me llega este título, recuerdo los aprendizajes de un taller que organizamos desde el programa Mujeres en Blanco y Negro, que creamos junto a Dilenia Cruz a finales del 2007.
Fue una mañana de total inmersión con la consteladora familiar Xiomara Lora. Las tres estábamos y seguimos convencidas que la mayor dificultad que tenemos las personas es “ir de la palabra a la acción”.
Veíamos absolutamente necesario trasmitir el mensaje que, para lograr metas, crecer y ser mejores personas, hay que asumir el control de lo que hacemos con el equipaje que heredamos de nuestros padres y el que vamos adquiriendo del entorno al ir creciendo.
Dicho esto, es esencial que tomemos las riendas de nuestras vidas. Por aquí algunas acciones que me ayudaron mucho en momentos de dificultad y desorientación:
1. Pregúntate hacia dónde quieres ir y empieza a caminar.
2. Siéntete capaz, no delegues. Cuando necesitas aprobación de otros para tomar decisiones o saber qué hacer porque no confías en ti, trata de hacer cosas sin preguntar ni pedir opinión.
3. Las opciones son múltiples. Aunque tengas un objetivo, a lo largo del camino tendrás múltiples opciones que te acercarán, alejarán o permitirán aprender. Lo fundamental es no perder de vista la meta. ¡No desistas! Elige, avanza.
4. Recuerda que tu vida es tu responsabilidad.
No es responsabilidad de tu familia, pareja o amigos. Es tuya y como tal debes de asumir el control, elegir y seguir respetando a los demás.
Ahora que sabes cómo tomar las riendas de tu vida o, al menos, por dónde puedes empezar, entiende que no siempre será fácil, pero debes de dejar de postergar. Trata de ir un paso a la vez. Si te equivocas, no pasa nada. No te conviertas en víctima. Vuelve a empezar. ¿Qué esperas para ponerte manos a la obra? Es el momento de que tomes acción; no lo postergues más.