La era de la información y la comunicación ha propiciado una transformación digital en el estilo de vida de la humanidad.

Actualmente, en el apogeo de la inteligencia artificial, una gran cantidad de procesos y actividades se han automatizado, permitiéndonos realizarlos a través de medios digitales.

Millones de personas alrededor del mundo, gracias al acceso a internet, emplean herramientas y plataformas digitales no solo para comprar y vender, sino también para entretenerse, educarse y establecer vínculos sociales con individuos de distintas regiones del globo. Esta revolución ha dado lugar a innovaciones disruptivas en la economía, como los activos digitales.

Un enfoque actualmente en boga es la tokenización en los mercados financieros. Este proceso implica la conversión de derechos de un activo financiero en un token digital, utilizando la tecnología blockchain. A través de la tokenización se certifica la propiedad exclusiva de activos financieros, que pueden incluir desde bienes raíces y obras de arte, hasta acciones de empresas.

Los beneficios de esta práctica son notables: aumenta la liquidez, permite el fraccionamiento de la propiedad, optimiza la eficiencia en transacciones, abre puertas a nuevos mercados y capitales y garantiza transparencia y seguridad.

Sin embargo, es crucial reconocer ciertos desafíos y riesgos, como los dilemas regulatorios, la necesidad de una mayor educación en el tema, y los problemas asociados con el mal uso de la tecnología y el fraude. A pesar de estos obstáculos, el crecimiento sostenido de la tokenización la posiciona como un agente clave en la transformación de los mercados financieros.

Según el Boston Consulting Group (BCG), se espera que para el 2030, este sector represente un mercado de aproximadamente 16 billones de dólares.

Para la República Dominicana, estas innovaciones representan una oportunidad única para iniciar la tokenización del arte dominicano y diversificar las opciones de inversión disponibles para los ciudadanos y sus organizaciones. Es vital establecer un marco regulatorio robusto que no solo respalde este sector en expansión, sino que también garantice su contribución al bienestar de la sociedad. Avanzar en esta dirección es, sin duda, el camino a seguir.