Me levanté temprano dispuesto a aprovechar el tiempo e hilvanar unos párrafos, la musa sugeriría el tema, pero la realidad me abofeteó.
Cómo redactar con la pesadumbre de la muerte de alguien como Facundo Cabral?
No es que era su gran seguidor o conocedor, es que siendo quien era, un reaccionario, un rebelde, un adorable anarquista, haya sido víctima de la antítesis de lo que él representaba: de un pseudo humanoide, de un sicario.
Y eso es lo sorprendente. Estamos estupefactos porque mataron a la figura, sin embargo, el método no nos genera mayor reacción; nuestro subconsciente lo archiva bajo el título de común.
Vivimos en nuestras latitudes tercermundistas, llenas de policías mal pagados, funcionarios corruptos, jueces incompetentes, abogados de la mafia, pero sobre todo, vivimos en pobreza, mucha pobreza y desesperación. La misma que engendra personas que disponen de otra persona por un puñado de dinero.
Entretanto seguimos nuestro rumbo según los lineamientos internacionales que nos trazan aquellos que no sufren en sus fronteras lo que estamos viviendo. Nos dictan cómo debe ser nuestro sistema de gobierno, cuál debe ser nuestro sistema judicial, cuáles penas debemos aplicar, y mil pendejadas más. Si actuamos de forma diferente, nos castigan, nos excomulgan y hasta nos invaden.
Mientras, seguimos nadando en droga.
Cuánto me gustaría vivir en el mundo ideal donde poder aplicar todas esas disposiciones, y ver sus maravillosos resultados.
Si algo positivo veo en la indignación que todos sentimos con el suceso, es la reacción de la premio nobel de la Paz Rigoberta Menchú que expresó que los responsables no merecen respirar el aire de las calles de Guatemala.
Así pues, el verdadero problema es que como van las cosas en nuestros países, figuras o no, ya tenemos precio y todos estamos en rebaja.