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Todos en celebración

*Por Roberto Núñez

En la vida, en sentido religioso, en todo el mundo hay gentes que son cristianos, otros son evangélicos, hay quienes son adventistas, son del 7mo. día, son protestantes, los hay que son pentecostés, son mormones, son metodistas, son evangélicos modernos, son testigos de Jehová y hasta cristianos de la secreta; pero al final, y hasta con mucha discreción en el sector o el barrio donde viven, y entre los vecinos, en diciembre de todos los años, todos celebran la Nochebuena, la fiesta de Pascuas de Navidad, de Año Nuevo y hasta de los Santos Reyes Magos.

Todos en familias coinciden en la instalación, en sus respectivas casas, de sus arbolitos, sus bombillitos a colores, sus estrellitas luminosas amarillas o doradas, su Santa Claus y hasta el nacimiento del niño Jesús al pie del arbolito de Navidad.

Y es que el tiempo de las navidades es un manto, una alfombra gigantesca que a todos nos cubre sin importar la religión o la secta religiosa a la cual pertenece cada quien y cada cual.

Muchos colocan en la sala, la galería o el balcón de sus casas algunas instalaciones eléctricas con bombillitos a colores y todo tipo de adornos navideños que estén a su alcance, con la finalidad de lograr que la Navidad también llegue a sus hogares y así sentir de cerca la alegría y la felicidad que trae consigo la época de paz, amor fraternal y alegría social que Dios trae para toda la humanidad en los días de esa época tan especial: el nacimiento del niño Jesús.

Cuando se terminan esas fiestas navideñas, y casi coincidencialmente, viene la llegada de un nuevo año.
Se trata de la llegada del día 1ro. de enero que, según el calendario romano, los dos llegan juntos un mismo día: el día primero y el primer mes del nuevo año, enero.

Que dicho sea de paso, contiene 31 días.
Pues bien, la celebración de la llegada de la Navidad es una fiesta colectiva que toda la sociedad, en sentido general y universal, debemos celebrar sin ningún tipo de prejuicio social ni religioso.

La Navidad, esa época en la que nos llenamos de amor, de paz, de armonía, alegría y solidaridad, no es una época propiedad de fulano, de mengano o de perencejo, no. Es un tiempo hermoso que sólo le pertenece a la humanidad, en sentido general.

Por eso es que todos, al unísono, debemos celebrar junto a la familia, a los vecinos, los amigos del barrio que estén cerca de nosotros y extenderles nuestros brazos de amistad y cariño.

La celebración de la Navidad debe ser un tiempo común para todos, en el cual no haya distinción de clases sociales, de religión, de política, de creencias.
Debe ser un tiempo en que, por encima de todo, esté la humanidad, la gente, la bondad, la solidaridad y el buen comportamiento ciudadano.

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