¡Todo bien!

¡Todo bien!

¡Todo bien!

¡Qué expresión más mentirosa es esa respuesta que muchos tenemos a flor de labios cuando se nos pregunta cómo andan las cosas y contestamos: “¡Todo bien!” o “¡Todo bajo control!”

Más apropiado sería responder, en el mejor de los casos, que nos está yendo bien en los asuntos más importantes, aunque siempre hay algunos cabos sueltos pendientes de ser resueltos.

Porque la vida está en constante movimiento y cada minuto surge una situación nueva que, en una u otra forma, crea una necesidad que debe ser satisfecha.

No es verdad que “todo” pueda andar bien en un momento dado, para ninguna persona.

¿Se han puesto a pensar ustedes en lo grande y absoluto que es la palabra “todo”? Fuera del todo no queda nada, y no es posible, por lo menos al alcance de los humanos, que no haya aunque sea un leve resquicio de imperfección, ya sea en la inmensidad del universo o en la pequeñez de la más simple vida terrenal.

Erradiquemos, pues, de nuestro vocabulario, esa falsa, hipócrita o cómoda expresión de “¡Todo bien!”, que solamente podría justificarse si lo que queremos es que quien nos formula la pregunta de cómo nos va, se dé cuenta de que, sencillamente, no nos interesa seguir hablando con él o ella.

Llegado a este punto, ¡todo queda ahora bajo control!



El Día

Periódico independiente.

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