No puedo ser tan mezquino como para no reconocerle mérito al proyecto de Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas sometido por el presidente Fernández al Congreso Nacional, que entre otras cosas limita a cuarenta la cantidad de generales para todas las ramas castrenses y la Policía Nacional.
Con esa disposición se corregirá un poco la aberración actual, que pone en el ridículo a nuestro país con tanta alta oficialidad realizando labores menores, y en no pocos casos ninguna labor.
Pero cuarenta generales todavía son muchos. Hagamos un cálculo simple: las Fuerzas Armadas son tres (Ejército, Marina y Aviación) y la Policía Nacional es una sola. Con un general por cada rama, nos da solamente cuatro generales, y con eso debe ser suficiente. De ahí para abajo, que el trabajo lo hagan los coroneles (cuyo número también habría que reducir), los mayores y los capitanes.
Como el proyecto todavía está en el Congreso, aprovecho para invitar a algún legislador a que se haga cargo de esta propuesta, hecha de la mejor buena fe.
Y, de paso, reitero lo que ya he sugerido antes en cuanto al nombre de la Marina de Guerra. ¿Por qué de guerra? ¿De cuál guerra estamos hablando? Suena mejor la Armada o Marina Oficial o que se le busque otro nombre aplicable a los tiempos de paz.