Los Ángeles (EE.UU.).- Este lunes se cumplen 50 años de aquel momento en el que Robert Redford y Paul Newman engañaban en la pantalla a un mafioso de peso en ‘The Sting’ (‘El Golpe’), una de las películas más queridas de la historia del cine y todo un espejo de cambios sociales y culturales que han perdurado hasta nuestros días.
En 1973, Elvis Presley dió el primer concierto en vivo transmitido vía satélite desde Hawái a todo el mundo, Estados Unidos retiró sus últimas tropas de Vietman, fallecía el mafioso italoestadounidense Frank Costello y se produjo el escándalo del Watergate, que culminaría con la única dimisión de un presidente en la historia de Estados Unidos.
Ese mismo año, el entonces joven guionista David S. Ward y el director George Roy Hill materializaron en ‘The Sting’, una historia icónica sobre una gran estafa que resonaría con el complejo contexto histórico del momento y afianzaría un nuevo paradigma cinematográfico en el que los villanos pasan a ser personajes queridos por el público.
Dos granujas simpáticos
El asesinato de su amigo y compañero de atracos, Luther Coleman (Robert Earl Jones), llevan a Johnny Hooker (Redford) en busca de Henry Gondorff (Newman), un gran estafador encargado de operar un carrusel con quien planeará un gran robo en venganza del responsable- el banquero y mafioso Doyle Lonnegan (Robert Shaw).
«‘The Sting’ mostraba a dos actores muy atractivos en el papel de granujas simpáticos. Sí, puede que estén haciendo todo tipo de cosas que van contra la ley, pero lo hacen de una forma convincente y casi aceptable”, cuenta a EFE Robert Thompson, profesor de la Universidad de Siracusa (EE.UU.) y fundador del Centro Bleier para la Televisión.
Al igual que ‘The Godfather’ (1972) o ‘Butch Cassidy and the Sundance Kid’ (1969), también dirigida por Roy Hill y protagonizada por los propios Newman y Redford, ‘The Sting’ muestra a los “malos» como protagonistas para cuestionar y burlarse de la “ambigua moral» de las instituciones aceptadas por la ley y a quienes las conforman.
“Creo que una vez pasados los 60, hay esa sensación de que el viejo orden, lo que se suponía que es un buen tipo según el Hollywood clásico, cambia por completo”, dice Thompson. Desde su óptica, esta película rodada en 1973 pero ambientada en 1936, en los años de la Gran Depresión de Estados Unidos, no ha perdido vigencia medio siglo después de su estreno.
Entre otras cosas porque es una película con actores que interpretan a personas que actúan -estafadores- lo que recuerda a realidades muy actuales las de las redes sociales o los programas de telerrealidad o incluso narrativas políticas de personalidades como el expresidente Donald Trump, que este año ha enfrentado un juicio civil de fraude.
La cinta evoca los años 30 con un estilo modernizado que dio como resultado una historia dinámica con un humor sutil, mucha acción, estrategia y suspense. Hooker y Gondorff seducen al espectador hasta ganarse su confianza para después ponerla en duda, tratándolo como si fuera una víctima más de sus embustes.
“La película trata de hacer creer a la gente lo que no es realmente cierto. Toda la idea de la gran estafa, el timo, son igual de importantes hoy en día si es que no lo son más que hace 50 años”, comenta el especialista.
El filme obtuvo un éxito comercial que perdura hasta nuestros días colocándole en el número 21 de las películas más lucrativas de la historia. Muy alabada por la crítica y galardonada con siete Premios Óscar, “The Sting” forma parte del patrimonio cinematográfico que salvaguarda para la posteridad la Librería del Congreso de Estados Unidos.