Poco más de una semana después de las elecciones para escoger legisladores y Presidente de la República, con las que concluye en gran medida el proceso electoral, la sociedad dominicana debe acogerse de más en más a una cotidianidad al margen de los colorines de los partidos políticos, la profusa propaganda de miles de aspirantes a puestos públicos y el demérito de los otros.
Cuando del resultado de las urnas deviene un cambio de partido en los distintos órdenes de la Administración, a las elecciones sigue un prolongado período de expectativas que se extiende durante tres meses.
A la agitación proselitista la sucede, entonces, la retórica de multitud de lectores del futuro.
Pero en esta ocasión, como ha ocurrido en el pasado reciente en más de una oportunidad, el entretenimiento de algunos consistirá en adivinar si además de la reelección del Presidente de la República, han sido reelectos también los funcionarios que lo acompañan y contribuyen a imprimirle su particular perfil al Gobierno.
Según la Constitución como se mantiene hasta ahora, el presidente Luis Abinader inicia el día 16 de agosto el último período de gobierno por el que podía optar.
Si esto no cambia, dentro del partido de gobierno saldrán a la luz pública en poco tiempo los proyectos presidenciales, desde los organismos partidarios o desde los ministerios u otras instancias.
La población tiene ahora el deber de asumir la realidad, hecha de las dificultades para la movilidad urbana, la escasez del dinero y el deber de mantenerse a resguardo de la inseguridad común cuando les falta a muchos una fuente que durante meses debía parecerles para siempre: ya no hay campaña electoral.