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Tensiones, riesgos y vulnerabilidad en la economía

A escala planetaria se evidencia que las relaciones económicas internacionales han registrado cambios muy significativos, fruto de las transformaciones que se han producido en la economía global y de situaciones multifactoriales en el orden económico y político por lo cual el mundo ha transitado.

En tal sentido, se establece que las relaciones económicas internacionales son la expresión genuina de la extensión de las relaciones económicas internas subordinadas a la dinámica económica externa con un alto coeficiente de influencia de las relaciones políticas que establecen los diferentes Estados.

Cada vez más se observa que las relaciones económicas internacionales son una expresión de la voluntad que tienen los Estados de mantener el intercambio comercial, diplomático, cultural y la cordialidad política entre naciones, lo cual definen el tablero económico y político a escala global.

Tal realidad se explica en el contexto del fenómeno de la globalización que, visto desde una óptica económica, ha ocupado la mayor atención de los estudiosos, académicos e investigadores de las ciencias sociales, en particular, de la economía y la dinámica financiera global.

Bajo ese enfoque se interpreta que en la economía global predominan riesgos y tensiones inherentes a la dinámica del comercio y los mercados financieros, los cuales se han acelerado con la liberalización de los sistemas financieros y el ingreso de grandes sumas de capitales sin controles.

Pero resulta que, en el marco de una expansión y contracción económica y comercial global, unida a una desregulación financiera inadecuada, las economías han entrado en una fase de alta vulnerabilidad, lo cual explica la fragilidad económica predominante y un crecimiento del PIB decepcionante.

La economía global está girando alrededor de un esquema de concentración crediticia, improcedentes niveles de tasas de interés, amenazas bélicas, guerras comerciales y unos mercados financieros que han entrado en una volatilidad derivada de una situación especulativa que solo genera incertidumbre.

La desaceleración que se registra en la economía global permite anticipar que al ritmo que presentan las grandes economías, estas podrían convertirse en las próximas décadas en economías emergentes y las economías en vía de desarrollo van a contribuir el doble que los países desarrollados a este crecimiento.

Si se observa de manera detenida la dinámica socioeconómica global y el cambio en la atmósfera, generado por la producción humana y que aumenta la temperatura global, entonces, se puede arribar a la conclusión de que el aumento en la población humana va a tener fuertes impactos en diferentes áreas y este es otro riesgo que se agrega a la economía global.

Pero resulta que esto está conduciendo de manera directa a una nueva reconfiguración de la producción mundial, con tendencia a la fragmentación geográfica de la producción, es decir, un incremento exponencial de la deslocalización.

En el contexto de los riesgos en la economía global se puede inferir que la pobreza y la inequidad han acelerado la construcción de un mundo forrado de desigualdad donde más de cinco millones de niños mueren de hambre en el mundo cada año.

En adición, la FAO ha estimado que 852 millones de personas, el 54% en India y África, sufren malnutrición, pero también que este organismo ha sostenido que el costo de los daños que causa el hambre en el mundo asciende a US$ 22.500 millones cada año, si a esto añade que los costos indirectos de la falta de productividad y los ingresos perdidos durante la vida de esas personas genera un detonante que oscila entre 376.000 millones y 752.000 millones, si los mismos son cuantificados en euros.

En la actualidad, lo peor que está ocurriendo en el mundo es que una cantidad significativa de países están siendo dirigidos por gobernantes que no tienen la más mínima idea de cómo funciona la economia, desconocen que para reorientar los lineamientos de política económica capaces de inducir a una resiliencia sostenible.

En el siglo XXI nos encontramos con gobernantes que solo apuestan al cortoplacismo sin visión del desarrollo economico y social en el mediano y largo plazo induciendo al mundo a una especie de voltereta sin rumbo, desconocen el rol del Estado, tampoco creen en el Estado, razón por la cual toman decisiones destructiva al bienestar social.

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Economista-Abogado
Máster y Doctorado en economía
Catedrático de la UASD

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