Cada vez son más fuertes los temores de la explosión de un conflicto bélico que merezca el calificativo de mundial y en cada unos de ellos se hace necesario cuestionar el desempeño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como moderador.
Lo que inició como una brutal agresión por parte de un grupo terrorista como Hamas a Israel y el sádico ataque contra la población civil, que incluyó a un grupo que sólo participaba en un concierto de rock, va por una escalada de ataques de misiles de una nación con armamentos nucleares como Irán.
La comunidad internacional no tomó acciones contra el grupo terrorista Hamas, pero también carga con la responsabilidad de su tímido accionar frente a la reacción desproporcionada de Israel contra la Palestina donde se albergan esos terroristas.
En su escalada contra Hamas, Israel provocó daños en una embajada de Irán resultando siete iraníes muertos, y la reacción de ese país fue atacar a Israel lanzando más de 200 misiles contra el territorio donde habitan civiles.
La defensa férrea y tecnológica de Israel evitó una matanza de grandes proporciones, pero ahora la comunidad internacional teme que una cadena de reacciones arrastre a una guerra que por la multiplicidad de actores bélicos alcance el calificativo de mundial.
El impacto de esos episodios será sentido por todos los pueblos, pues de seguro que pronto estaremos viendo alzas de comodoties importantes como el petróleo y el gas natural.
Eso ocurre mientras se mantiene vivo el conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha dejado una inflación global especialmente en los alimentos.
En otras palabras, ya el mundo siente los efectos de la incapacidad de dirimir conflictos internacionales a base de diplomacia.
Los países miembros de la ONU tienen la obligación de impulsar iniciativas que detengan los conflictos bélicos a gran escala y cerrar la puerta a una posible nueva Guerra Munidal.