Los políticos exitosos son los que descubren qué quieren los votantes y les hacen promesas creíbles de que eso le darán.
La falta de comprensión de esa perogrullada hace que en nuestra fauna partidista veamos abundancia de especímenes empeñados en ofrecer sólo lo que quieren ellos, con los consabidos resultados de viperina chiquindolez.
Abinader cree que por sus encuestas de hace dos meses ya es casi presidente, pero en las últimas semanas ha ocurrido un desplazamiento enorme de las simpatías electorales. El pueblo llano, que no es bobo, ha visto el real metal constituyente de cada uno de ambos principales aspirantes presidenciales.
La crisis por la pandemia ha expuesto las capacidades, sentimientos y sinceridad de cada uno. Comoquiera, la gente continúa deseando fervientemente un combate más efectivo contra las denuncias de corrupción.
Los votantes quieren menos impunidad y reales castigos contra los presuntos corruptos.
De aquí a las elecciones, lo que pase con esa poderosa raíz del sentimiento anti-peledeista puede que determine que el PRM se quede abajo. O que suba.
