¡Soy mezquino!

¡Soy mezquino!

¡Soy mezquino!

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Si es una mezquindad criticar la existencia del llamado “barrilito” mediante el cual los senadores de la República se embolsillan millones de pesos mensualmente por encima de sus sueldos y otras prebendas difíciles de justificar, me declaro mezquino por vocación y convicción.

Soy uno de los tantos que hemos señalado como una falta de ética el hecho de que nuestros legisladores se repartan el dinero público dizque para realizar obras comunitarias y caritativas en sus respectivas jurisdicciones, como si el Gobierno no tuviera los ministerios indicados para atender esas necesidades.

Ahora resulta que, según se le atribuye al senador José María Sosa Vásquez haber dicho, los que criticamos ese sistema para manejar de manera caprichosa e irregular los fondos del Estado, no somos más que unos “mezquinos”.

Parece ser que deberíamos estar agradecidos y conmovernos por el gran sacrificio a que se someten nuestros senadores, al emplear su tiempo en cubrir gastos de entierros, medicinas, partos y otras obras caritativas por el estilo, en vez de dedicarse a legislar, como les manda la Constitución.

En lo que a mí respecta, no comparto ni compartiré nunca la existencia del indicado privilegio, aunque para ello tenga que soportar que se me llame “mezquino”. ¡Que viva la mezquindad!



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