Durante el pasado fin de semana una joven exmodelo fue centro de un efímero escándalo al provocar un entaponamiento en una concurrida avenida del polígono central del Distrito Nacional y producir varios disparos al aire para amedrentar a quienes protestaban por su imprudencia.
Bajo aparentes efectos de sustancias que alteran el autocontrol de las personas, la joven mostraba con desdén la pistola mientras hacía disparos al aire e interactuaba con su aparente pareja que estaba dentro de la yipeta que obstruía el tránsito.
Hasta ahí el caso podría tenerse como una simple estampa urbana.
Pero con el paso de las horas empezaron a salir algunos elementos a tomar en cuenta.
La persona que acompañaba a la joven modelo y aparente propietario del arma con la que ella cometió su peligrosa imprudencia es una persona que las autoridades vinculan al mundo del narcotráfico.
Según revelan las propias autoridades, ese hombre tiene varios procesos pendientes por narcotráfico, pero inexplicablemente porta un arma que hasta el momento no se ha revelado como ilegal.
Entonces surge una pregunta, ¿cómo puede portar un arma de manera legal un individuo con tres procesos pendientes por narcotráfico?
Definitivamente que los controles impuestos para otorgar permisos de porte y tenencia de armas de fuego son insuficientes o al parecer se limitan al aspecto tributario.
Nuestras autoridades lucen permisivas con quienes saben están vinculados al crimen organizado.