Si hemos de tener un sistema educativo eficiente, es necesaria la integración de la familia, los profesores y el Gobierno en el propósito de superar deficiencias y dificultades, mejorar la calidad y aprovechar las escuelas para decantar en la juventud dominicana algunas tendencias sociales, como la violencia.
Desde estos puntos de vista resulta alentador que el gremio de los profesores, el Ministerio de Educación y otras ramas del Gobierno central hayan iniciado rondas de conversaciones con una lista de asuntos alrededor de los cuales estarán trabajando en próximos encuentros.
Echamos de menos la presencia de los padres y amigos de la escuela, pero tal vez esta sea la mejor manera de comenzar.
Entre los puntos seleccionados para las conversaciones están, de acuerdo con la versión de uno de los participantes, lo pedagógico, terminación de escuelas, insumos, desempeño, indexación a los pensionados, nombramiento de nuevo personal y el fortalecimiento de las capacidades de gestión de las escuelas públicas.
La de los profesores es una agrupación a la que los años se les cuentan por décadas, y aunque su origen estuvo determinado por una coyuntura de confrontaciones con el gobierno, de la cual heredó un carácter sindical, es fácil advertir que con el paso del tiempo ha devenido, más bien, en instrumento para la defensa de una entidad aburguesada, que en escudo de sus miembros.
Si sus líderes o directores se lo proponen, la Asociación Dominicana de Profesores, todos de la escuela pública, pueden hacer mucho por la orientación y la calidad de la educación dominicana.
Para ello es indispensable la disposición al diálogo y empezar a darle cabida en la agenda de conquistas de los maestros, a las líneas de política educativa que operen en beneficio de las comunidades.
En esta dirección, la de arrancarle beneficios a los gobiernos, el gremio de los profesores tiene un historial impecable.
La escuela dominicana puede muy bien beneficiarse de esta calidad.