Soñar no cuesta nada

Soñar no cuesta nada

Soñar no cuesta nada

Quijote, soñador, utópico, ingenuo… esos son algunos de los calificativos que me endilgan mis amigos cada vez que abogo por el desarme total de la población civil, como paso indispensable para alcanzar la paz social y la seguridad ciudadana.

“Bájate de esa nube”, “sigue durmiendo de ese lado”, “pon los pies en la tierra”. Esos son los consejos que recibo.

Pero yo sigo en mis trece. Como nunca he usado un arma en mi vida, se me hace más fácil comprender que se puede vivir sin una de ellas, y ser feliz.

El argumento para justificar la “necesidad” de andar armado por esas calles de Dios es que, si se desarma a la población civil, los campos y las ciudades caerían en manos de los delincuentes que seguirán armados. Pero es que una medida como el desarme tiene que venir acompañada de la preparación de cuerpos de seguridad especializados y dotados de todos los equipos modernos que existan para combatir el crimen.

Los que han seguido leyendo hasta aquí, pensarán que sigo soñando. Pero no estoy soñando solo. Varios distinguidos ciudadanos se han expresado en igual dirección. Quién sabe si algún día prevalece ese pensamiento y dejamos de ser un país de pistoleros, donde a cualquiera se le pega una bala perdida, para convertirnos en una nación segura y civilizada.



El Día

Periódico independiente.

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