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Somos más

Esta semana una niña de 12 años me preguntó: ¿qué quieres que la gente obtenga de tus escritos? Confieso que me quedé parada, sin saber qué contestar.

Después de los años, las muchas columnas y la experiencia, debería tenerlo claro. Pero realmente no escribo con un objetivo, por lo menos no lo hago de manera consciente, cuando me pongo frente a la computadora se produce una fusión entre lo que siento y pienso y lo dejo salir. Siempre digo que con una sola persona a quien lo que digo le aporte algo, el objetivo estará cumplido.

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Al final le contesté: “me gustaría que se quedaran con la idea de que los buenos somos más y más fuertes”. Y me refiero literalmente a las buenas personas, sin más, sin apellidos y sin explicaciones. Quienes lo son no lo pregonan, simplemente encauzan su vida con este básico principio: ser bueno.

Parece muy simple y… lo es. Se trata de una decisión de vida, de tomar el camino correcto, no el más fácil. Y que conste, que ser bueno no es sinónimo de pendejo, como muchos piensan.

No. Puedes luchar batallas, liderar muchas acciones y tener multitud de seguidores y ser (no aparentar) una buena persona.

Lo que marca la diferencia es la sinceridad, la empatía, la bondad y la total ausencia de ego con que lo hagas.

Y ante todo no perder la esperanza, no decaer porque veas que las malas acciones son demasiadas.

Piensa que somos más fuertes y quizá no se nos escuche tanto, pero estamos ahí, dispuestos a que la humanidad recupere su humanidad. Suena ingenuo, pero no me importa, no pienso tirar la toalla y una niña de 12 años me marcó el camino. Ahora mis escritos tienen un objetivo claro. Somos más los buenos.

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