Estados Unidos, Suramérica, Centroamérica y Caricom implementan una política de cerrarles sus fronteras a los inmigrantes haitianos, lo que coloca a República Dominicana como única opción para huir de la espantosa miseria que viven en su país, acrecentada por los desastres naturales.

Mantienen esa estrategia aún frente a desastres naturales.

En 2010 se produjo un terremoto que dejó cientos de miles de muertos y la reacción de los países de esas regiones fue imponer hasta bloqueos navales para impedir la migración ilegal.

Eso provocó un éxodo masivo de inmigrantes haitianos hacia territorio dominicano, fenómeno que luego fue utilizado contra la solidaria República Dominicana que hizo en aquel momento lo que ni las naciones ricas quisieron hacer.

Hoy se vislumbra un panorama similar: un nuevo desastre natural golpea a Haití y esas mismas naciones se cierran a la migración ilegal haitiana prefiriendo que estos busquen otro destino y si para lograrlo tienen que atacar la institucionalidad dominicana, lo harán, como ha ocurrido en muchas otras ocasiones.

República Dominicana ha sobrepasado con creces la cuota de solidaridad que el país está en capacidad de agotar como vecino más cercano de una nación tan empobrecida, sin embargo, sigue extendiendo su mano generosa.

Las ingratitudes no amilanan al Gobierno dominicano, y lo hace bien, pero la generosidad no lo exime de la responsabilidad de velar por los intereses nacionales, que en ocasiones se ven muy relegados.