Con frecuencia vemos cómo personas que se sienten en nivel de superioridad sobre otras, cometen actos de violencia en contra de quienes entienden más vulnerables.
No solo se trata de superioridad económica o política, sino de cualquier tipo, lo que demuestra que la cultura del abuso ha calado profundamente en la sociedad dominicana.
Lo vemos en cosas tan elementales como aquel que por estar armado insulta y agrede a otro hasta por accidentes sencillos de tránsito.
Ejemplos cotidianos tenemos en el camionero que amedrenta a conductores de vehículos livianos, el policía frente al ciudadano, el armado frente al que no tiene armas, hombres contra mujeres y así una larga lista.
Ni hablar de quien tiene poder político o económico.
Aunque no podemos decir que es una actitud generalizada, sí observamos con preocupación que va en expansión.
La muerte de la joven arquitecta Leslie Rosado es consecuencia de esa situación, sumada a la creencia de muchos policías de que tienen licencia para hacer lo que les parezca con un ciudadano.
Se ha vuelto a perder una vida útil, pero lo más preocupante es que se trata de uno de tantos casos.
Como sociedad tenemos que abordar ese problema y ponerle un alto a esa violencia.