
El incidente de una grabación de un video de contenido inmoral en una escuela por parte de representantes del género urbano debe llamar a la reflexión y a acciones preventivas contundentes, no sólo a sometimientos de personas que permitieron que ocurriera el hecho.
Hay una complicidad social y pública con la degradación moral que representa la música urbana con contenido que hacen apología de la violencia, la cosificación de la mujer y la inmoralidad.
Hay una emisora que promueve contenidos musicales cuya letra escandalizaría hasta el mismo marqués de Sade. Piezas que narran actos sexuales explícitos, con estribillos reiterativos con obscenidades que no creo que se escuchen ni en los burdeles.
Esa esa es la música que consumen a diario los jóvenes y que escuchan los niños y niñas de los barrios sin que ninguna autoridad de antes ni de ahora ponga freno a esta situación.
Hay decretos y normas que regulan los contenidos que se difunden en la radio, pero parece que es más importante el negocio de algunos que la protección de los más indefensos. Hace tiempo se creó una Comisión de Espectáculos Públicos que tiene la facultad de garantizar y velar por la moral social, evitando que se lleven a cabo espectáculos públicos y emisiones radiofónicas que ofendan la moral, las buenas costumbres, los principios y normas del país.
Entre las funciones de la Comisión de Espectáculos Públicos está la regulación del contenido de la programación de los sistemas de radiodifusión sonora y televisión, de acuerdo con la de ley telecomunicaciones, los convenios internacionales y cualquier otra disposición legal.
La Ley 136-03 establece que el Estado tiene la obligación de proteger a los niños y niñas de todo aquello que ponga en peligro su desarrollo y atente contra sus derechos.
El principio VI de esta ley establece prioridad absoluta en relación con los derechos fundamentales de la infancia lo que incluye primacía de recibir protección especial en cualquier circunstancia y prevalencia de sus derechos en caso de conflicto con otros derechos.
La libertad de expresión y difusión de los adultos nunca puede primar frente al derecho de los niños niñas a vivir en un ambiente sano y libre de peligro. Justamente un peligro es la incitación a la violencia, a la precocidad sexual y a la decadencia moral que se promueve en la mayoría de piezas musicales del género urbano.