Sobre la Navidad

Sobre la Navidad

Sobre la Navidad

David Álvarez Martín

En cinco días celebraremos la Navidad, tanto la minoría que valoramos desde la fe esa celebración, como la mayoría que lo considera un momento de descanso, doble sueldo y bebida. Es imposible tornarse ajeno a la celebración que impregna la totalidad de la sociedad, sus instituciones y comunicación.

El origen de la celebración no es el “cumpleaños de Jesús”, sabrá Dios en cual fecha del año nació, sino el hecho de que la salvación, la redención, se hizo niño y entró en nuestra historia. Lo hizo siendo pobre, más miseria no podía haber en su nacimiento, en un pueblo pobre y ocupado por el Imperio, y no hizo más que nacer y se convirtió en refugiado político, teniendo que huir con su familia al otro Imperio.

Un Jesús que étnicamente sería palestino, ya que los judíos actuales son más europeos que semitas, nada de tez blanca, ojos azules o manos suaves.

Trabajador desde su niñez, como no podía ser de otra manera, reprimido como tantos jóvenes por el poder político y religioso, convencido de que cualquier oferta de Dios debía ser en primer lugar para los pobres, los de verdad, no los “de espíritu”.

Perseguido hasta su muerte en cruz, condenado políticamente -pretendía ser el rey de los judíos- y condenado por la religión dominante -la cual atacó en sus doctrinas, sus prácticas y sus finanzas-, mucho vivió tomando en cuenta como era.

En esta Navidad, como en muchas otras, no es ese el Jesús que será el centro de la celebración.

Algunos lo sustituirán por la imagen de un bebé blanco y regordete para rendir culto al eurocentrismo y el bienestar económico.

Otros lo cambiarán por mucho alcohol y mucha comida. Pocos, pero importantes, lo verán en sus finanzas crecer por venderles a los más humildes disparates para vivir de forma absurda.

El verdadero Jesús no estará en casi ninguna de nuestras casas.

Se encontrará en los pobres debajo de los puentes y en las casuchas, legales o ilegales, sin nada para cenar. Estará con las mujeres golpeadas y asesinadas por quienes se creen sus dueños.

Se encontrará privilegiadamente entre los estafados por los comerciantes, los predicadores y los políticos. En quienes perdieron su esperanza en ser tratados con decencia.

Jesús no estará en los grandes banquetes, los licores caros, los regalos suntuosos, la riqueza ganada mediante la explotación o entre los abusadores de los más débiles.

Esta Navidad quienes busquen a Jesús deberán ir más allá de la publicidad, de la comida y la bebida, hasta tocar a los más pobres.



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