En economía los milagros no existen.
Los fenómenos económicos se explican y hasta se pueden proyectar.
República Dominicana no constituye una excepción.

Durante años la economía dominicana ha experimentado un importante crecimiento de su producto interno bruto.

Sin dudas, somos un país menos pobres y menos desigual que en el pasado.
Pero esos logros económicos se sostienen con pie de barro.
Los pilares de ese crecimiento sostenido han sido el turismo, la remesa y la minería, a lo que en los últimos años se suman la reducción de precios del petróleo.

Como se puede ver son cuatro factores externos del que el país tiene muy poco control.
Por tanto, la estabilidad económica sustentada en esos factores puede venirse abajo en cualquier momento sin que internamente pueda hacer mucho para evitarlo.

La dominicana es una economía vulnerable, con más de diez años de déficit fiscal consecutivo, una industria que aporta poco valor agregado a la materia prima y que se ha mostrado incapaz de competir en el mercado internacional.

También con un ancestral problema eléctrico que desangra el Presupuesto y una deuda pública cada vez más creciente.

La fragilidad de la economía obliga a una mirada al futuro y hacer las transformaciones necesarias que permitan que no se desplome lo que hasta ahora se ha logrado, mientras nos encaminamos a metas que todavía no hemos podido alcanzar.