El Día 
He escrito varias veces sobre lo nocivo que resulta para la nación el exceso de días feriados que contempla el calendario dominicano, o sea, los muchos días del año en que se paraliza el país y se detiene la producción de riqueza por voluntad propia.
El tema ha despertado inusitado interés, y así lo demuestra la gran cantidad de emails y llamadas telefónicas recibidas con ese motivo, tanto de acuerdo como en desacuerdo con mi punto de vista.
Lo curioso del caso es que algunos de mis corresponsales me dicen que estoy equivocado porque, aún suprimiendo los días feriados, no saldremos del atraso, por razones que resulta difícil rebatir. Es duro decirlo, pero veamos estos dos ejemplos:
El primero: Soy una asidua lectora de su columna me escribe Hilsa Luna- y con todo el respecto que usted merece, permítame disentir de lo que opina sobre los días feriados que tenemos en el país. Aquí aunque trabajemos los 365 días del años no lograremos el desarrollo y por consiguiente el progreso, por las siguientes razones: mientras se permita la corrupción, no se cumplan y se hagan cumplir las leyes, no tengamos una educación de calidad, no se respete nada, mientras persista el clientelismo, y los gobernantes de turno sigan acostumbrando a la gente a la cultura del dar a cambio de votos, mientras no se enseñe que hay que trabajar y pagar todos los servicios que uno recibe, lamentablemente, no saldremos del subdesarrollo nunca.
El segundo: Sobre su propuesta de modificación de la ley que rige los días festivos y su reducción -escribe William Fermín- pienso que antes de reducirlos, debe haber una mejor distribución de la riqueza, puesto que los empresarios cada año aumentan la suya y sin embargo el salario de sus empleados se mantiene intacto.
Ante esa situación, los de abajo, que son la gran mayoría, no verían con buenos ojos que haya más días laborables, pues eso conllevaría, como dice el refrán, trabajar más para estar cansado.
