El Medio Oriente ha sido motivo de editoriales y artículos periodísticos en todo el mundo en las últimas semanas. La razón de todo el revuelo ha sido el sazonado ataque militar de Estados Unidos sobre Siria, fruto de la supuesta utilización de armas químicas de parte del régimen de Bashar al-Assad contra rebeldes sirios y civiles hace par de semanas en las afueras de Damasco.
El violento hecho se llevó de encuentro la vida de más de 1.400 personas, entre ellas 400 menores de edad. Todo el mundo ha quedado consternado al ver las imágenes de los efectos de las armas químicas sobre indefensos niños que nada tienen que ver con esta guerra civil que tantas vidas ha cobrado en los últimos dos años y medio de batalla campal.
Las Naciones Unidas por su parte han confirmado la utilización de armas de destrucción masiva, pero no ha dicho nada acerca de si aprueba o no la intervención militar a Siria por motivos humanitarios. Pero para Estados Unidos y aliados, la utilización de estas armas químicas es una obscenidad moral del régimen, que debe ser condenada por toda la comunidad internacional.
¿Cuál es la solución?, una intervención militar patrocinada por el gobierno norteamericano y compartes, con la finalidad de castigar al régimen utilizando misiles guiados arrojados desde submarinos destruyendo los principales centros militares, mandando una clara señal a Siria y al resto del mundo de que si piensan utilizar armas de destrucción masiva tendrán de frente al mayor ejercito del mundo.
Ese era el panorama hasta mediados de esta semana, pero como en política nada está escrito, el secretario de Estado John Kerry en una rueda de prensa en Londres de manera acertada (o desacertada) respondió de forma espontanea e improvisada la pregunta de un periodista sobre si había posibilidad de detener el ataque, a lo que respondió de manera afirmativa si Siria pasa el control de sus armas químicas a la comunidad internacional, pensando que ese escenario era impensable.
Lo que empezó como una metida de pata de parte del Secretario de Estado Kerry, se ha convertido en una salida diplomática que al día de hoy ya tiene el apoyo de Rusia y China, dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con derecho a vetar cualquier decisión que se pretenda tomar a lo interno del organismo.
Dentro de Estados Unidos la situación no luce nada halagüeña para el presidente. Con el 59% de la población en contra de la intervención a Siria y con un congreso que no sede a las pretensiones del primer mandatario, se hace cada día más difícil llevar a cabo el ataque militar sin ocasionar zanjas en la popularidad del gobierno.
El presidente Obama luego de concitar el apoyo de la mitad del G20 para emprender una “respuesta contundente” al régimen sirio y de exponer a las mil voces la necesidad de intervenir militarmente ante este abuso contra el pueblo, ha decido bajar la guardia y decidirse por una solución diplomática. Este hecho sin precedentes tiene muchas lecturas, ¿cobardía o inteligencia política?, Dígame usted.