La República Dominicana inició en marzo pasado su lucha contra un enemigo silente y peligroso, el nuevo coronavirus que ha sido denominado Covid-19, y hasta el momento ha manejado la epidemia de manera adecuada, dentro de las limitaciones propias de una economía media, como la nuestra.
Justo, hay que reconocer a la administración que encabeza el presidente Danilo Medina sus esfuerzos con la finalidad de superar la situación de crisis sanitaria, destacándose las ayudas económicas a los segmentos poblacionales más vulnerables y la adopción de medidas para prevenir y controlar los contagios del virus en todo el territorio nacional. Podrían atribuírsele errores, pero éstos, sin dudas, son menores a los aciertos de las acciones implementadas para resolver la peor de las epidemias conocidas por los dominicanos.
Desde el inicio, desafortunadamente, una parte de la población sigue asumiendo el Covid-19 como si se tratara de un juego, al punto que el Gobierno ha tenido que extremar sus medidas. Ha desoído voces sensatas de autoridades, sectores de la sociedad civil y de los medios de comunicación, que han insistido en la necesidad de observar el distanciamiento social y las medidas de higienes como cuestiones esenciales en procura de frenar la propagación del letal virus.
Indudablemente que más allá de las medidas gubernamentales, resulta imprescindible que la sociedad dominicana eleve los niveles de consciencia acerca de la gravedad de la situación, antes de que sea tarde y tenga que vivir los estragos de España, Estados Unidos e Italia, entre otras naciones de sólidas economías, atribuidos a descuido en la fase inicial de abordaje de la infección que ha desequilibrado la economía global. Tenemos que aprender de las experiencias de contención relativamente exitosas, como China, Taiwán, Alemania y Corea del Sur, países que lograron frenarla ante de llegar al colapso de sus sistemas sanitarios.
La comunidad científica trabaja intensamente en conseguir una vacuna que traiga tranquilidad al mundo, pero la realidad es que eso tardaría más de un año en concretarse, por lo que la prevención se mantiene encabezando las medidas para vencer el Covid-19, a la mayor brevedad posible.
En la medida en que pasa el tiempo, hay sectores que están solicitando la reactivación de las actividades productivas y sociales, a lo que el Gobierno ha mantenido la posición de que ese momento no ha llegado, argumentando que de hacerse se podría retroceder en los alcances obtenidos hasta el momento.
De hecho, esta semana el Congreso Nacional tiene pendiente el conocimiento de una tercera solicitud del Poder Ejecutivo para extender durante 25 días el Estado de Emergencia Nacional.
¿Valdría la pena levantar las medidas restrictivas en este momento? Una respuesta sensata sería que no, dado lo riesgosa que sería para los intereses nacionales.
El coordinador de la Comisión de Alto Nivel para la Prevención y el Control del Coronavirus Covid-19, Gustavo Motalvo, lo ve así: “Si bien el deseo de todos es volver lo más pronto posible a la normalidad de la vida económica, social e institucional, para alcanzar esa meta es necesario un sacrificio adicional que nos permita, en primer lugar, aplanar la curva de contagio y, luego, revertirla para estar en condiciones de comenzar el proceso de flexibilización y desmonte de las medidas”.
La recomendación sería ir sin prisa, porque el Covid-19 ha demostrado que es peligro y letal.