La experiencia de los días 23 al 25 de diciembre debe ser tomada en cuenta para fines preventivos tanto por autoridades, como por los particulares, en vista de que debe repetirse el fin de semana que viene.
Desde el próximo día 30 hasta el 1 de enero deben volver los desenfrenos, si los hubo, como causas de lesiones y muertes.
Aquellos fueron los festejos por Nochebuena y Navidad, los días 24 y 25, a los que les fue adicionado el 23 por ser sábado, día en el que empezó para muchos la celebración navideña.
Estos son dos días previos al de Año Nuevo, con un sábado día 30 de diciembre que muchos tomarán para empezar las fiestas, un domingo 31 para esperar el año 24 y un lunes festivo.
Según los datos del Centro de Operaciones de Emergencias, las bajas atribuibles a los festejos de Navidad ascendieron a 19.
Muchas muertes en un período festivo. En buen cristiano, es un tiempo para divertirse, no para sufrir o provocar sufrimiento en los otros, menos para morir en los excesos de todo tipo que reflejan las noticias.
¿Habrá algo que se pueda hacer para evitarlo?
Siempre es posible hacer algo, pero la verdad es que en este punto no se les puede pedir demasiado a las autoridades.
Debemos pensar que en estos casos pueden actuar para prevenir, pero no hacerlo sobre unas voluntades en las que actúan, en la generalidad de los casos, algunos excesos de comida y de bebidas espirituosas.
Los que anduvieron en carreteras y autopistas en la jornada de la Navidad deben tener fresca en la memoria la presencia de grupos de voluntarios con distintivos naranjas, banderolas y conos en puntos específicos.
Eran colaboradores de la Defensa Civil empeñados en mantener a los conductores advertidos de los riesgos para la vida propia, la ajena y las propiedades.
La gente tiene el derecho a la felicidad, pero también debe preservarse.