Matilde Hernández hace un ejercicio de más de una hora entre encender su bomba y hacer fluir el agua para abastecerse.
SANTO DOMINGO.-A sus 67 años de edad, 30 de estos viviendo en la calle Álvaro Garavito, de San Carlos, Matilde Hernández tiene que destinar más de una hora diaria para sangrar su “bombita ladrona de agua” para garantizarse el aseo y tener con qué preparar sus alimentos.
Cuando llegó al lugar su primer hijo estaba recién nacido y aún en riesgo, recorría 3 y 4 cuadras para abastecerse de agua porque había pocas conexiones de tuberías y desde entonces está acostumbrada a vivir con esa limitante.
En estos tiempos de sequía estacionaria, en que se registra un déficit de 73.48 millones de galones de agua que afecta a diversos sectores del Gran Santo Domingo, ella rememora con naturalidad las perturbaciones vividas por ese motivo.
“En muchas ocasiones yo tuve que salir de una veterinaria donde laboraba como conserje a coger agua en tanques y otras vasijas para tener con qué cocinar, lavar o limpiar la casa cuando regresara. Eso lo hacía en mi hora de comer, una verdadera zozobra”, rememora.
Tras la pandemia la despidieron del empleo en el que le pagaban 17,000 pesos y ahora, en medio de la crisis económica, dependiendo de pequeñas ayudas de sus cinco hijos y amigos cercanos para subsistir, tiene que destinar 40, 80 y 85 pesos interdiario para la compra de botellones para tomar y cocer sus alimentos.
Contaminación
Lo peor de todo es que tanto Matilde como su vecino Ramón Emilio Martínez tienen que esperar una hora los lunes y viernes, cuando les llega el líquido, para que se “purifique” y salga medianamente aceptable, ya que les llega hediondo. “Nos llega a las ocho y gastamos una hora esperando que se limpie, dejamos que se vote un buen poco hasta que esté buena”, dijo.
Igual testimonio dio Juan Pablo Pérez, quien tiene la creencia de que debe haber una tubería rota en el entorno que les perjudica el agua, la cual contamina tinacos, tanques, cubetas y potes.
El drama de la escasez se repite en otros puntos céntricos del Distrito Nacional, como son los complejos de apartamentos de la Manuel Ubaldo Gómez, en Villa Consuelo, donde propietarios hacen uso de múltiples mangueras para subir agua con bombas succionadoras.
Allí, Santos Medina afirma que se ve obligado a comprar hasta tres botellones interdiario, a 50 pesos, para el consumo.
“Por mi casa llega tres veces a la semana y la almacenamos en tinacos, no usamos bomba porque estamos cerca del acueducto”, dijo Emilio Pérez.
Cientos de personas en Los Girasoles, Los Alcarrizos y los denominados kilómetros viven situaciones similares en el Gran Santo Domingo.
La pasada semana la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo inició un plan de contingencia que abarca la ampliación de las flotillas de camiones cisternas para repartir agua a zonas vulnerables y equipar los pozos que estén disponibles en sectores mayormente afectados.
Medidas
— Interior del país
La sequía golpea por igual ciudades del interior del país, donde el director ejecutivo del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados, Wellington Arnaud, llamó a racionar y dar un uso eficiente al líquido.