Sequía, ¿por falta de agua o de amor?

Sequía, ¿por falta de agua o de amor?

Sequía, ¿por falta de agua o de amor?

Los elementos esenciales de la vida, a mi juicio, son el amor, en lo espiritual y el agua, en lo material. Cuando uno de ellos escasea, hay sequía. Sus efectos son catastróficos.

La sequía por falta de amor es horrible. Seca corazones y deteriora el alma de las personas; la convierte en una máquina silenciosa, devastadora, con capacidad de quitar la paz, de afectar negativamente, los sentimientos de individuos, familias y hasta naciones.

La sequía por falta de lluvia es más visible. Es una anomalía climatológica, transitoria, en la que la disponibilidad de agua se sitúa por debajo de lo habitual de un área geográfica. Afecta y alarma a todos al mismo tiempo.

De ambas, la peor sequía es la falta de amor; la ambición, la injusticia, el no pensar en los pobres.

Muchas veces pienso que los fenómenos de la naturaleza son formas de señalarnos el espíritu, más aun en Cuaresma; la falta de lluvia es llevarnos a revisar la sequía del alma. Las dos sequías, las estamos viviendo.

En estos momentos, el país enfrenta la peor sequía de agua de los últimos años. Hace tiempo que no llueve, los ríos, las presas, los embalses de reserva enfrentan una situación critica, la vegetación va perdiendo su verdor, no hay pastos para alimentos, la ganadería, avicultura y la producción de arroz, yuca, plátano, cacao, etc. se extinguen; vacas paridas y preñadas mueren.

Todo se ha ido secando.

Los efectos de la falta de lluvia se palpan con más fuerza en la zona rural, en el sector agropecuario. Los productores no pueden iniciar nuevas cosechas.

El gobierno se esfuerza en mitigar los efectos de la sequía. Los líderes, en todas sus actitudes y acciones, deberían siempre dar lecciones de justicia social, para que la población aprenda y en momentos de crisis, fluyan los mejores métodos para, entre todos, combatirla y sobrevivir.

Todo pasa. Desde que llueva torrencialmente, el cuerpo de la nación tomará fuerza y se dinamizará. Pidámosle a Dios, que suceda pronto.

Mientras tanto, captemos el mensaje divino, evitemos la sequía del alma, llenémosla de amor. ¡Pensemos en ayudar los demás!!, en compartir, no herir.

De nada valen riquezas materiales, si el alma está destruida. Evitemos ambas sequías: la que ocasiona la falta de agua, la sequía material y la que produce la falta de amor, la sequía del alma, la espiritual. ¡Procuremos que reine la justicia, la paz, el respeto y la armonía, en la humanidad!



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