México.- El director para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, Miguel Barreto, alertó hoy sobre la “situación crítica” de sequía en Centroamérica y Haití y remarcó la necesidad de establecer “mecanismos de adaptación” para un problema que ya es permanente.
En el llamado “corredor seco centroamericano”, que incluye parte de Guatemala, Honduras y el Salvador, hay unos 4,2 millones de personas afectadas por la sequía, de las cuales 2 millones sufren una situación de inseguridad alimentaria, dijo en entrevista con Efe.
Haití también padece este problema con 3,6 millones de afectados, 1,5 millones de ellos en riesgo alimentario de moderado a grave, señaló. Es una “crisis humanitaria, teniendo en consideración que se trata de personas muy vulnerables”, entre las cuales los índices de malnutrición están incrementando, aseguró Barreto, quien asiste esta semana en México a la XXXIV Conferencia Regional de la FAO.
A diferencia de lo que ocurre en otros países de América del Sur también afectados por las sequías o las inundaciones -como Bolivia, Colombia o Ecuador-, en esta zona del centro de la región no se cuenta con un nivel de preparación adecuado.
“Son agriculturas de subsistencia, zonas muy vulnerables con escasa productividad, con mecanismos de recuperación muy limitados que dependen del empleo temporal para cubrir sus necesidades”, lo que hace que hoy se pueda hablar de una “situación crítica”, tras dos años consecutivos de sequía en Centroamérica.
Los efectos del cambio climático, exacerbados por el fenómeno del Niño, “bastante intenso” este año, han hecho que se pase a una situación que ya está lejos de ser puntual y que demanda programas de adaptación y resiliencia.
Esto se conseguiría, apuntó Barreto, con estrategias basadas en las políticas públicas y la colaboración de organismos internacionales de crédito, para invertir a largo plazo en aspectos como infraestructura hidráulica y programas sociales.
Dichas tendencias irían unidas, también, a una serie de medidas técnicas que cubran temas como ordenamiento territorial, manejo de agua y sustitución de cultivos. Por ejemplo, cultivos como el aguacate, el mango o el marañón, son mucho más resistentes a la sequía.
Asimismo, hay que favorecer la plantación de árboles de leña, para reforzar la forestación y que “se mejore la situación del cambio climático en la zona”, defendió el director.
La opción que el Programa Mundial de Alimentos eligió para sus intervenciones en las zonas afectadas no es llevando alimentos, sino a través de transferencias basadas en efectivo. El objetivo es “permitir que (las habitantes de la región) tengan una canasta nutricional más balanceada, empoderar a las mujeres -que constituyen el 80 % de los beneficiados- y favorecer el mercado local”, indicó.
Además, en una evaluación realizada por el programa, se puso de manifiesto la “vinculación directa entre la inseguridad alimentaria causada o agravada por la sequía con los desplazamientos de personas».
En 2014, en el 14 % de las familias guatemaltecas uno de los miembros emigró por la sequía, cifra que bajó al 11 % al año siguiente.
En Honduras, durante el mismo periodo, subió del 11 % al 15 %, mientras que en El Salvador el porcentaje se mantuvo estable en un 5 %.
“La migración, sea interna o externa, en América Central no solo se debe a la violencia, la pobreza o la reunificación familiar, sino que también se debe a la inseguridad alimentaria”, concluyó el director regional.