En días pasados un importante periódico de España publicaba una nota sustentada en relatos hechos por algunas personas conocidas como activistas prohaitianos que al desconocedor de la realidad dominicana podía llevarlo a creer que aquí se sale a linchar gente por el color de la piel y que a los defensores de los haitianos salen a cazarlos para colgarlos en plazas públicas.
El introito de esta nota editorial parece exagerado, pero lamentablemente se corresponde con el contenido comentado.
Quizás acciones como esas son las que tienen a muchos dominicanos indignados frente al tema de la migración haitiana.
Para muchos dominicanos resulta molesto que a pesar de ser éste el país más solidario del mundo con Haití, el que tiene sobre sus hombros la mayor carga por las consecuencias de la crisis haitiana, esté permanentemente bajo ataques y esfuerzos para desacreditarlo.
El expresidente de Colombia Iván Duque lo describía como una gran hipocresía de la Comunidad Internacional y que en ocasiones pareciera que la intención es hacer sucumbir la institucionalidad dominicana.
Señalaba que ningún país de América dedica a los inmigrantes lo que dedica República Dominicana para atender haitianos en materia de salud y educación.
La ingratitud y la desconsideración del mismo Haití y de la Comunidad Internacional en su conjunto inciden en que muchos dominicanos se sientan más molestos con la migración haitiana, pues entienden que se está abusando de la generosidad y el sacrificio dominicano.
Que ese sentimiento no nos convierta en malas personas, pero también es comprensible la indignación.