Christopher dice que el diagnóstico cambia tu vida, pero luego de muchas experiencias ahora se siente orgulloso de ser VIH positivo.
«Siendo un hombre heterosexual, blanco y de Europa Occidental, nunca imaginé que la prueba podría ser positiva».
Christopher Klettermayer -también conocido bajo su pseudónimo Philipp Spiegel- es austriaco, tiene 38 años y fue diagnosticado con virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en 2014.
Es un día que todavía recuerda perfectamente: se encontraba en India realizando un trabajo fotoperiodístico.
A diferencia de muchos, no recibió la noticia en un hospital, sino en un ashram, un monasterio de meditación hinduista que, como requisito de entrada, le pide a los asistentes someterse a una prueba de VIH.
«Por supuesto que acepté hacérmela. Siendo blanco y heterosexual, pensé que daría negativa. Pero no fue así«.
Un par de meses antes, en Austria, Christopher había estado muy enfermo, pero a nadie se le ocurrió que podía ser VIH.
«Ningún doctor me hizo la prueba porque no formaba parte del grupo de riesgo. El diagnóstico en India lo recibí por pura casualidad y me puso en un estado de shock total».
«En realidad tuve suerte, porque pude haber pasado años sin hacerme la prueba».
Cuando los trabajadores del centro de meditación le dijeron que la prueba había dado positiva, Christopher sintió que su existencia se había acabado. Asegura que es un diagnóstico que cambia todos los aspectos de tu vida.
‘¿Por qué a mí?’
«Al principio, sentí miedo y tuve muchas preguntas sobre lo que realmente es el VIH. Pensé, ‘¿por qué a mí?’. Me di cuenta de que debía actualizar toda la información que tenía, eliminar todos los clichés que tenía en mi mente sobre el virus en los años 80 y 90 y traerlos al siglo XXI».
Y eso hizo. Christopher pasó las 48 horas que siguieron a la dura noticia investigando y descubrió conceptos como el de límite de detección, carga viral, además de calmar aquel temor que sintió de nunca volver a ser aceptado, de no poder tener hijos o una familia y de no poder volver a tener momentos de intimidad.
También descubrió con el tiempo que los problemas a los que se enfrentaría serían mayormente psicológicos y relacionados con el estigma que aún existe con respecto al VIH.
«No siento ninguna consecuencia negativa real más allá de eso. En Europa Occidental tenemos el privilegio de contar con un buen sistema de salud que nos ofrece un tratamiento gratuito».
Aunque el VIH todavía no tiene cura, actualmente existen tratamientos antirretrovirales muy efectivos que le permiten a la mayoría de las personas con el virus tener una vida larga y saludable.
«Era como si mi sangre y esperma fueran venenosos»
Christopher recuerda que poco después de que comenzó a tomar la medicina, la tos «fastidiosa» que tenía desapareció por completo.
Pero al mismo tiempo surgieron otros problemas, como a la hora de salir en una cita.
«Por un tiempo sentí que había una cosa rara adentro de mí. Me sentía tóxico, era como si mi sangre y esperma fueran venenosos. Sentía que era un peligro para otras personas, especialmente aquellas a las que quería acercarme más, como a mis amantes».
«Al principio, salir con alguien era casi imposible porque el VIH destruye tu confianza en ti mismo y si vas a ir a una cita sin confianza simplemente es mejor que no vayas».
Christopher dice que lo aterrador de tener VIH es que nunca sabes cómo la gente va a reaccionar cuando lo digas.
«¿Puedo contraerlo con un beso?»
«Es una lotería», dice, antes de agregar que él ya ha visto todo tipo de reacciones.
«Una experiencia positiva fue cuando le pregunté a una chica: ‘Cómo reaccionarías si te dijera que soy VIH positivo’. Ella solo sonrió y dijo que eso haría las cosas mucho más interesantes. Pero también ha habido personas que me han preguntado inmediatamente: ‘¿puedo contraerlo con un beso?'».
«Ahora puedo decir que estoy orgulloso de vivir con VIH y creo que puedo transmitirle eso a la mujer con la que estoy saliendo. No siempre, por supuesto, también me enfrento al miedo, al escepticismo y al rechazo«.
«Creo que ese es otro aspecto del VIH: vivir constantemente con el miedo de que te descubran. Tienes que tener cuidado con lo que dices y las consecuencias que eso puede tener. Es como vivir la vida de un doble agente», prosigue.
Con el tiempo, Philipp decidió abandonar esa «doble vida» y pensó que debía utilizar el «privilegio de vivir en un país en el que tener VIH es menos problemático» para educar e inspirar a otras personas.
«Me di cuenta que si yo no puedo decir que tengo VIH, ¿quién puede?».
El miedo de ser excluido de la sociedad
Desde hace varios años, Christopher lleva una lucha contra el estigma que arrastran las personas que viven con el virus.
En el pasado ha utilizado el pseudónimo de Philipp Spiegel para hablar sobre el VIH y dar entrevistas. Dice que tenía tanto miedo de ser visto o tratado de forma diferente que se sintió obligado a crear este personaje.
«Tenía temor de tener que vivir aislado, de ser excluido de la sociedad».
«Cuanto más me confrontaba a mí mismo y desafiaba las percepciones sobre la sexualidad y la masculinidad, menos importancia le daba. Así se me hizo cada vez más fácil salir del closet, porque en algún momento me dije: ‘Ya, no es nada del otro mundo‘».
Pero admite que llegar a esa conclusión le tomó muchos años y muchas experiencias, una de ellas fue enamorarse de nuevo.
«Me ayudó mucho cuando finalmente tuve una nueva relación sentimental y vi como ella me trataba y como el asunto del virus simplemente nunca estaba presente, que se trataba solo de tomarse una píldora al día».
«Ahora vivo más feliz que antes del VIH»
«Creo que una percepción errónea es que el VIH domina tu vida. Pero en realidad, en mi caso, si no estuviera trabajando con el tema, no sería así. Ha habido momentos en los que mi familia y mis amigos han olvidado por completo que tengo el virus porque simplemente no es un problema».
Christopher confiesa que uno de sus mayores temores siempre fue el de ser visto como «el chico que dio positivo«.
«Soy más que eso, el VIH es solamente un aspecto de mi persona».
Hoy, el escritor y experiodista austriaco dice que el diagnóstico le ha dado la oportunidad de reflexionar sobre su vida y le ha ofrecido una imagen más amplia de las cosas.
«Estoy viviendo más el momento presente, ahora vivo más feliz que antes del VIH y es porque fue una experiencia traumática».
También le ha dado un propósito artístico y la meta de escribir un libro sobre lo que es vivir con VIH.
«El conocimiento dispersa el miedo»
Él cree que es aún más traumático para muchos hombres heterosexuales debido a problemas ligados a la masculinidad.
«Muchos hombres hetero no revelan que tienen VIH porque tienen miedo a ser señalados de gays o de drogadictos».
A Christopher le cuesta aconsejar a la gente sobre si revelar o no su estatus.
«Es difícil porque el consejo sería diferente dependiendo del país o la región o incluso de la familia en la que te has criado. Conozco a personas que han sido desterradas de sus familias por eso».
Pero tiene un mensaje para todos aquellos que viven con VIH en el siglo XXI.
«Sentirse culpable o avergonzado de ser VIH positivo es un esfuerzo inútil. Tómate tu tiempo. Ten paciencia, acepta que está ahí, pero dale al VIH el espacio que debería ocupar en tu vida. No dejes que él decida el espacio que va a ocupar, esa decisión es tuya».
«Dedícate a conocer todo sobre el virus, porque el conocimiento dispersa el miedo».