Nueva York.– El senador demócrata Bob Menéndez dejó claro ayer que no renunciará a su cargo en el Senado federal, tras ser acusado por segunda ocasión en su carrera política de corrupción, aunque reconoce “la gravedad” de la que será su “mayor batalla hasta hoy en día”.
“Por ahora seguiré centrado en hacer el trabajo que hago todos los días, incluido hacer todo lo posible para evitar que cierre el Gobierno” (por bloqueo de fondos), dijo el senador, electo por Nueva Jersey, en una abarrotada conferencia de prensa.
A quienes han pedido que renuncie a su cargo alegando que ha perdido la confianza de los votantes de Nueva Jersey, el veterano político (69 años) les aseguró que “no podrían estar más equivocados”.
La fiscalía federal para el distrito sur de Nueva York acusó al senador Menéndez, de origen cubano, y a su esposa Nadine Arslanian de haber aceptado miles de dólares en sobornos a cambio de usar su influencia política para “proteger y enriquecer a empresarios y beneficiar al Gobierno de Egipto”, lo que ha negado el político.
También han sido acusados en este caso Wael Hana, José Uribe y Fred Daibes, descritos por la Fiscalía como socios y empresarios.
Menéndez quiso desvincular los fondos presuntamente recibidos de Egipto de sus posturas políticas, y dijo que en sus 30 años como congresista o senador “siempre he trabajado para responsabilizar a esos países, incluido Egipto, por los abusos de los derechos humanos y la represión de la ciudadanía.
Los sobornos, según la Fiscalía, que presuntamente recibió la familia Menéndez desde al menos 2018 hasta 2022 fueron: dinero en efectivo, oro, pagos de una hipoteca, un trabajo en el que se exigía una presencia casi nula para Nadine y un vehículo Mercedes-Benz.