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Semana Santa: Volver al principio, el sentido sagrado que olvidamos

Yovanny Medrano Por Yovanny Medrano
Semana Santa: Volver al principio, el sentido sagrado que olvidamos
📷 Semana Santa: Volver al principio, el sentido sagrado que olvidamos. Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.” -Isaías 29:13

La Semana Santa terminó en el calendario… pero ¿alguna vez comenzó en el corazón?

El país apagó las velas, recogió las túnicas, guardó los altares. Y en muchos casos, también guardó a Dios en un cajón, hasta el próximo año. No por maldad. Sino porque hemos confundido recordar con vivir, y celebrar con comprar tiempo libre.

¿De qué sirve conmemorar la cruz si no hemos renunciado a nada? ¿De qué sirve honrar la resurrección si seguimos muertos por dentro?

Celebramos lo sagrado… sin dejarlo entrar

Las playas estuvieron llenas. Las iglesias también. Pero entre una selfie y un sermón, muchos olvidaron que Jesús no buscaba multitudes, sino discípulos. No seguidores de página… sino seguidores de camino.

La Semana Santa fue reducida a costumbre. El misterio eterno… a una pausa laboral. Y la pregunta es inevitable: ¿Qué celebramos cuando nada cambia en nosotros?

Les invitamos a leer: La luz que vuelve: la resurrección como renacer del alma

El origen no era esto

La Pascua nació como un paso de esclavitud a libertad. Jesús la transformó en un paso de ego a amor, de miedo a entrega. No fue un espectáculo. Fue una revolución del alma.

Pero nosotros la convertimos en rutina. Hablamos del Cristo crucificado, pero evitamos al vecino doliente. Predicamos sobre el amor, pero vivimos apurados, endurecidos, distraídos.

Este es mi cuerpo, entregado por ustedes” -dijo Jesús. Y mientras partía el pan… nos enseñaba cómo se parte el alma por amor.

¿Todavía recordamos eso? ¿O lo olvidamos entre el ruido y el comercio?

La filosofía lo advirtió: hemos olvidado lo que ya sabíamos

Platón hablaba de anamnesis, el recuerdo del alma. Jesús hablaba de volver a ser como niños. Ambos sabían que la verdad no se impone desde afuera, sino que se despierta desde adentro.

Y Semana Santa debía ser eso: una llamada al recuerdo más profundo. No de fechas ni de símbolos, sino de lo que el alma intuye:
– que el sufrimiento tiene sentido si hay amor,
– que la muerte no es el final,
– y que la entrega es la forma más pura de la gloria.

Volver a la esencia: una transformación desde el interior

La neurociencia moderna confirma lo que la fe y la filosofía han enseñado por siglos: es posible volver a la esencia.

Un estudio pionero de Davidson y Kabat-Zinn (2003) demostró que un programa de mindfulness mejora el bienestar emocional y activa la corteza prefrontal izquierda, asociada con esperanza, compasión y toma de decisiones equilibrada.

Otro estudio de Hölzel et al. (2011) encontró que 8 semanas de meditación aumentan la materia gris en el hipocampo y en áreas clave para la introspección y el autocontrol.

Esto significa que el retorno a lo esencial no es un ideal abstracto. Es una posibilidad real y medible. Y el dolor, aunque no deseado, puede ser la puerta de entrada.

La tragedia de Jet Set y el sentido del dolor

¿Fue coincidencia que una tragedia desgarradora como la del Jet Set ocurriera justo una semana antes de conmemorar la muerte y resurrección del Inocente por excelencia?

¿Será que -en un mundo saturado de distracciones, fiestas y consumo– el dolor irrumpió no para castigar, sino para recordarnos lo esencial?

¿Y si este quiebre colectivo fue, en el fondo, una llamada silenciosa de Dios… para que el país entero volviera a mirar el altar de lo humano, y descubriera en el sufrimiento ajeno el rostro crucificado de Cristo?

No tenemos respuestas absolutas. Pero sí un susurro profundo que nos dice: es hora de volver.

Cómo volver al principio

Volver no es retroceder. Es regresar al fuego original, al silencio interior, al rostro oculto del que sufre.

No se necesita un templo. Solo se necesita verdad.

– Ayunar no solo de comida, sino de ego.
– Orar no solo con palabras, sino con el cuerpo y la coherencia.
– Cargar no solo una cruz simbólica, sino la responsabilidad de amar sin excusas.

Semana Santa fue diseñada para partirnos… y volvernos a armar con una estructura distinta:
menos dureza, más ternura. Menos apariencia, más profundidad. Menos espectáculo… y más Evangelio vivido.

Conclusión: lo sagrado aún nos espera

Tal vez celebramos… pero no fuimos transformados. Tal vez vimos la cruz… pero no nos detuvimos a mirarnos por dentro. Tal vez rezamos… pero no escuchamos.

Y sin embargo, lo sagrado no se ofende… espera. Como el Resucitado que no reprocha… sino que llama por el nombre.

Este no es el fin de una celebración:
Es una oportunidad de reinicio.

Volver al principio no es regresar al pasado… es recordar quiénes somos cuando dejamos de pretender. Es volver a amar como si nunca hubiéramos olvidado. Y quizá, también, es dejar que el dolor nos devuelva lo sagrado.

Les invitamos a leer: Después del silencio: cómo respondemos al dolor que no entendemos

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Yovanny Medrano

Ingeniero Agronomo, Teologo, Pastor, Consejero Familiar, Comunicador Conferencista, Escritor de los Libros: De Tal Palo Tal Astilla, y Aprendiendo a Ser Feliz

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