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Selección Congreso y CNM son farsas democráticas

Un total de 81 profesionales, en un ejercicio de confianza en la democracia, se sometieron a evaluaciones públicas ante el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) con la finalidad de formar parte de los nuevos jueces que integrarán la Suprema Corte de Justicia (SCJ) y el Tribunal Superior Electoral (TSE).

En unos días, a más tardar el 27 de este mes, se anunciarán los diez magistrados titulares que pasarán a integrar las referidas altas cortes, en medio de un panorama en el que muchos consideran que se trata de una farsa democrática, porque antes de convocarse a las vistas públicas, ya el órgano, integrado mayoritariamente por dirigentes políticos, tenía listados los beneficiarios de la escogencia.

El Consejo Nacional de la Magistratura es una figura jurídica incorporada mediante la reforma constitucional de 1994, y cuya función consiste en la relevante responsabilidad de designar a los jueces de las denominadas altas cortes y la Junta Central Electoral.

Aunque el referido órgano ha cumplido en la formalidad con el mandato constitucional, también sus decisiones han puesto al descubierto la debilidad institucional, dada la realidad de que responden siempre a directrices políticas en función de intereses partidarios o particulares. Igual situación ocurre con la elección de los miembros titulares y suplentes de la Junta Central Electoral por parte del Senado de la República y de la Cámara de Cuentas, mandato exclusivo del Congreso Nacional.

Desafortunadamente, a las altas cortes, la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas no se asciende sólo por talento; se requiere de “lobby” de partes interesadas, de reparto entre estructuras políticas dominantes o por “favores”. El problema radica en que en un momento determinado alguien va a solicitar la devolución del “favor”, lo cual atenta contra la institucionalidad democrática del país. El peor efecto en la democracia dominicana radica en que esa práctica impide que profesionales honestos y capaces lleguen a esas posiciones para servir a la sociedad.

En el caso del Consejo Nacional de la Magistratura está diseñado para que la estructura política que controle el Poder Ejecutivo, también lo tenga del órgano. Actualmente, hacen mayoría los titulares de la Presidencia de la República, el presidente del Tribunal Constitucional y de las cámaras legislativas, todos oficialistas. La imposición de una mayoría mecánica del oficialismo convierte el referido órgano en una especie de “espada de Damocles” que provocaría daños irreparables a la institucionalidad y los valores democráticos.

La frase “espada de Damocles” se utiliza cuando una persona está amenazada de un peligro inminente. El poeta Horacio alude en una de sus odas que ese personaje era uno de los cortesanos aduladores de Dionisio de Siracusa, llamado el Tirano, que vivió en el siglo IV antes de Cristo.

En vista de que Damocles pasaba el día alabando la felicidad de Dionisio, este, para persuadirlo de que no era tal, le invitó a asistir a un banquete en el que fue obsequiado como un príncipe. Luego, en lo mejor de la fiesta, levantó los ojos Damocles y vio que del techo colgaba una espada desnuda, sostenida solamente por una crin de caballo. Horrorizado del peligro en el que se encontraba, pidió permiso para reiterarse, pero no lo hizo sin reconocer que la existencia del tirano no era tan feliz como él pensaba.

Pocas son las esperanzas de que no se repita la farsa en la escogencia de cinco jueces para la Suprema Corte de Justicia e igual número en el Tribunal Superior Electoral, con sus respectivos suplentes, porque estamos ante la crónica de una elección anunciada.

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Periodista, catedrático universitario.

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