Seis décadas
Al cabo de sesenta años, los remanentes de la díscola izquierda dominicana, con más cancha en la prensa que simpatía popular, insisten en glorificar su participación en el derrocamiento del Triunvirato, la insurrección de un puñado de militares boschistas y la sangrienta pero brevísima guerra civil que motivó la intervención de Estados Unidos en 1965.
Han engordado ellos y al mito de haber logrado un “empate” en su lucha armada contra más del 95 % de las Fuerzas Armadas dominicanas y los Marines gringos, una risible pretensión.
Sí consiguieron un acuerdo honorable, sin aparentes vencidos ni vencedores, lo cual dadas las circunstancias podría argüirse que fue una ganancia política.
Pero al renegar de la democracia, su derrota en la revolución y las elecciones de 1966 llevó a la izquierda a oponerse a Balaguer a tiros, hasta con una ridícula guerrilla hedionda a fracaso desde su génesis en Cuba.
La obcecación terrorista de la izquierda tres veces perdidosa causó un río de sangre hasta 1978. Mientras el PRD estuvo a merced de esos impopulares termocefálicos nunca pudo volver al poder y cuando lo hizo Bosch los había abandonado.
Es penosamente curioso cómo se celebra más esa infructuosa violencia criminal y antidemocrática que el hazañoso prodigio del empresariado, dedicado a crear nuestra nación aun bajo tiros y bombas. Algún día deberemos corregir la historia tan dañada por propaganda zurda.
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