Desde hace varias décadas Estados Unidos mantiene un observatorio muy peculiar en el mundo. De ese observatorio global surgen informes que involucran a países que no cumplen con obligaciones internacionales.
Hay dos informes recientes emitidos por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Uno sobre el lavado de dinero y otro sobre producción y tráfico de drogas. No causa sorpresa que la República Dominicana se halle incluida en ambas listas, junto a otros países de la región como Ecuador, Perú, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá y Belice.
Esta situación nos mueve a preguntarnos no cómo entró la República Dominicana a estas listas, sino cómo podrá, finalmente, salir de ellas. La respuesta es muy sencilla y las autoridades la conocen.
El proceso para lograrlo, que incluye la implementación de planes a corto y mediano plazo, es lo que resulta escabroso.
Se trata de planes donde el Gobierno tendría que emplearse a fondo y establecer un seguimiento a los planes, segundo a segundo, durante varios años.
En el presente ya sentimos los rigores de estos flagelos. Sobre todo tratándose de un territorio insular, que desafortunadamente comparte frontera con otro país que convive, a mayor escala, con los mismos problemas nuestros.
Esperemos que, una vez más, estas listas constituyan una fuerte advertencia de que por ese camino no podemos seguir enrumbando el país. ¿Estamos a tiempo para revertir esta situación? Consideramos que sí.