A nadie que tenga dos dedos de frente, salvo por mezquindad, envidia, injusticia, rencor, odio, maledicencia, perversidad o simple oposición política sin propósito, se le ocurriría apostar al fracaso de una gestión gubernamental, independientemente de si ha sido o no su elección en las urnas que sustentaron el proceso electoral, en el que fuera escogida […]