Es muy probable que la gran mayoría de los consumidores hayan escuchado de manera permanente el termino inflación para referirse al comportamiento de los precios, pero quizás la generalidad de las personas no tenga la precisión de que se trata de un concepto económico financiero que defina la ruta cotidiana de la vida de todo el conglomerado al momento de consumir.
Y esto así ya que el fenómeno de la inflación envuelve la contracción de la capacidad adquisitiva del dinero para adquirir los bienes y servicios que cada uno demanda.
Como se sabe, al hablar del fenómeno de la inflación ha de entenderse que esta se caracteriza por el crecimiento continuo y generalizado que experimentan los factores de la producción y todos los bienes y servicios en un país determinado.
En la actualidad, los procesos inflacionarios tienen explicaciones multifactoriales que generalmente se originan cuando se presentan shock de oferta y shock de demanda, pero que también este flagelo se manifiesta de manera temible cuando se exhibe una grave inestabilidad entre la capacidad adquisitiva de los consumidores, en sentido general, y la existencia en el mercado bienes y servicios.
También como potencial razón que estimula la inflación, lo es la intervención de la autoridad monetaria mediante fuertes emisiones de dinero que sobrepasan de manera asombrosa la capacidad de aceptación o soporte que tiene la economía.
Y es que la literatura económica enseña que, si en una economía circula más dinero con la misma cantidad de bienes y servicios disponibles, no hay que ser un experto en logaritmo para saber que los precios subirán de una manera desproporcionada.
Otro factor significativo acerca de las causas del flagelo de la inflación es si ésta es fruto de dificultades internas de la economía local, pero lo cierto es que las presiones inflacionarias siempre tienden a derivarse de una mezcla de causas diversas.
Bajo tal criterio es que resulta un tanto dificultoso suponer que contrarrestar este fenómeno con una certeza imperiosa de las herramientas de política monetaria o de política fiscal para poner freno al flagelo inflacionario.
A la Luz de lo razonable, la presencia del banco central en el esfuerzo para desactivar el crecimiento de la inflación es plausible ya que la intervención de esta entidad va más allá de los vínculos directos que se generan entre el nivel de precios y la liquidez en la economía, esto es, la incidencia de las expectativas.
Pues ha de entenderse que, más allá de los estímulos para actuar del banco central, existe un valioso componente para entender los procesos inflacionarios, el cual se expresa en las expectativas que asuman todos los agentes económicos, por los efectos perniciosos que sobre estos se producen.
Las expectativas de los agentes económicos juegan un papel primordial en el uso de las herramientas y estrategias de política monetaria que se van a emplear para contrarrestar la espiral inflacionaria ya que un descontrol de la inflación genera una situación de incertidumbre en los principales actores que dinamizan a la economía.
Esta es una razón poderosa por la cual corresponde a los bancos centrales la responsabilidad de conservar la estabilidad de precios, que es su principal función ya que estos no bajan inflación en ninguna circunstancia.
En la actualidad los bancos centrales orientan su política monetaria con objetivos de meta de inflación con la finalidad de mantener la tasa de inflación dentro un determinado margen o rango a través de una medida como puede ser el índice de precios al consumidor.
Esto significa que el nivel de inflación ha de mantenerse en un nivel de un digito, lo que sugiere que si la inflación es muy alta se usaran políticas restrictivas, en tanto, si la inflación es baja o hay deflación, se utilizarán políticas monetarias expansivas, significando esto que se apela a un instrumento llamado tasa de política monetaria, la cual se reduce cuando las expectativas de inflación alta son bajas, pero si la tasa de política monetaria es alta es por que las expectativas de inflación son elevadas y es por eso que en el caso dominicano, el banco central la mantiene a un nivel de un 7%, significando esto que la inflación no se ha acabado, lo que se ha reducido es la velocidad de crecimiento de los precios, alrededor del rango meta.