Dilenia Cruz
Sanar es una decisión que el paciente debe tomar. Sin importar cual sea la dolencia, no existe la medicina ni el médico que pueda sanarle si la persona no se hace verdaderamente responsable de su propio destino y su proceso de sanación.
Lo primero y más importante para sanar es el despertar; aceptar que hay una herida o un problema que requiere ser atendido y es igual en lo físico como en lo mental y espiritual.
No se trata de hacerse reproches y buscar la culpa y el porqué; más bien es entender para qué pasan las situaciones en la vida.
Salir del victimismo. Aprender de las experiencias que traen dolor y experiencia negativas de la vida. Las experiencias pueden ser transformadas para mejorar.
Si eres una persona en sanación, encuentra un aprendizaje en cada experiencia. Regálate el tiempo para sanar, hazlo desde el amor. Avanza a tu propio ritmo y busca el apoyo de personas que lejos de juzgarte puedan acompañarte y ser sostén.
Al decidir emprender el camino de la sanación, hazlo sin miedo. El miedo es una carga adicional.
Es cierto que con frecuencia la emoción de miedo es involuntaria, de ahí la importancia de hacerse acompañar de profesionales quienes puedan estar ahí para entender y orientarte en tu proceso desde un lugar de luz y conocimiento. Perdonar y soltar son dos herramientas que tienen poderes extraordinarios en la sanación.
Perdonar está más relacionado a ti mismo. Perdonarte por lo que no pudiste evitar, por lo que no puedes cambiar.
Perdonar también es quitarle el poder sobre tus emociones a quienes te lastimaron en el pasado.
Aunque ahora estés pasando por un momento de oscuridad y confusión, te aseguro que pasará.
