Dilenia Cruz
“La curación tiene que ser un trabajo interior”. Es la reflexión de Mark Wolyn en su libro “Este dolor no es mío”. Sin importar cuál sea la situación que hoy vivimos en lo personal, la salud, laboral, familiar o social; todo está interconectado con nuestro ser interior y con nuestros orígenes.
Sin importar si tienes o no contacto con tu familia, si tus padres murieron hace tiempo o si ni siquiera los conociste; está demostrado que, en gran medida, todo lo que somos y sentimos en el momento presente está relacionado con ese clan del cual provenimos.
Wolyn hizo un trabajo interesante poniendo juntas en el libro un gran número de investigaciones realizadas con sobrevivientes del Holocausto, las Torres Gemelas, indios americanos, Afganistán, Camboya y otras grandes tragedias. Los resultados de estos estudios muestran que los traumas son transmitidos a través de los genes por generaciones.
Desde hace más de un siglo fue demostrado que vivimos dentro de nuestra abuela materna; “cuando tu abuela estaba embarazada de cinco meses de tu madre, ya estaba presente en los ovarios de tu madre la célula precursora del óvulo del que te desarrollaste tú”, afirma Wolyn.
Visto así también podemos comprender que las mujeres embarazadas pueden transmitir el estrés a sus hijos a través de la placenta, asegura una investigación realizada en 2005 por Rachel Yehuda, directora de la División de Estudios de Estrés Traumático de la Escuela de Medicina Monte Sinaí. Otra investigación de la Universidad de Cambridge afirma que “los genes conservan recuerdos de sus experiencias pasadas”. Hay más información para los menos creyentes en el referido libro.
Tristeza, depresión diabetes, artritis y otras muchas enfermedades están vinculadas con los traumas vividos desde la infancia y mas atrás, de ahí que la curación tiene que empezar en la conciencia o en el alma.
