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San Cristóbal se ahoga desde que cae un chin de agua

Edilí Arias Por Edilí Arias
Lluvias intensas causan inundaciones en varios sectores por efecto de una vaguada
📷 Foto de archivo.

Como en el cuento de Juan Bosch, “Dos pesos de agua”, bastaron menos de dos horas de lluvia quizá apenas unas gotas más insistentes que de costumbre para que las calles de los principales sectores de San Cristóbal se transformaran en piscinas improvisadas.

El pasado viernes 25 de abril, la escena parecía sacada de un relato, a las seis de la tarde, bajo un cielo todavía claro, la gente apresuraba el paso rumbo a sus casas, creyendo que solo era una leve agüita. Pero de repente, la llovizna tímida se convirtió en aguacero.

El agua subió de tono, primero cubriendo las calles, luego las aceras, hasta que lo único visible era una gran sábana de agua.

Como ya es costumbre, las redes sociales se llenaron de fotos y videos: “charcos” bautizados con humor, calles desaparecidas bajo el líquido marrón y vecinos atrapados en sus propios barrios.

Faltan pocos días para que llegue mayo, y como buen dominicano uno espera con ansias la primera agua, esa que, dicen, bendice la tierra y refresca el alma.

Pero ¿cómo celebrar el agua si nos falta la prevención?

No es un secreto: los imbornales están tapados, las cunetas olvidadas, y en las entradas de nuestros sectores la basura hace gala de su presencia como un amargo adorno.

El ayuntamiento, que hace apenas un mes aseguró haber limpiado los desagües, parece haber hecho una limpieza de palabras más que de acciones. Porque una ciudad cuyos barrios se ahogan con “dos pesos de agua” no puede jactarse de estar preparada para la temporada de lluvias.

Esta vez no hubo huracán, no hubo tormenta tropical, no hubo fenómeno de nombre rimbombante.

Hubo, simplemente, una vaguada modesta, y aun así decenas de viviendas quedaron afectadas y las calles intransitables.

La lluvia es necesaria, sí, pero también desnuda lo que preferimos no ver: una gestión municipal que sigue apostando más a la improvisación que a la prevención; una ciudadanía que, también, contribuye con su descuido al drama de cada año.

Así que, mientras esperamos la primera agua de mayo, que en otros tiempos celebrábamos con sonrisas campesinas, hoy deberíamos preguntarnos: ¿será suficiente con seguir culpando al clima o ya es hora de exigir, con la fuerza de una ciudad cansada de mojarse en promesas, soluciones de verdad?

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Edili Arias

Edilí Arias, periodista. Especialista en temas de salud.

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