Este año, bajo el lema “Comienzos saludables, futuros esperanzadores”, la Organización Mundial de la Salud nos invita a reflexionar sobre un tema que nos toca a todos: la salud mental. Nos hace un llamado urgente a priorizar el bienestar emocional en todas las etapas de la vida, con especial atención en el contexto materno y neonatal.
Yudelca Tronilo Cáceres, médico psiquiatra de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), plantea que no se trata sólo de prevenir enfermedades o de atender crisis; se trata de construir un entorno donde las madres puedan sentirse acompañadas, comprendidas y emocionalmente seguras.

El viaje emocional
Ser madre es una experiencia profunda y transformadora, pero también está llena de desafíos. Las madres son, muchas veces, el pilar emocional de sus familias.
Cuidan, educan, trabajan, sostienen y con frecuencia, lo hacen todo al mismo tiempo. En medio de esa entrega, el autocuidado emocional suele quedar relegado.
La maternidad implica una presión constante: ser una buena madre, una buena profesional, una buena pareja, una buena hija. Ese ideal de perfección, muchas veces impuesto por la sociedad o por nosotras mismas generando culpa, ansiedad y agotamiento emocional.
Cuando una madre se siente desbordada, no sólo sufre ella; también su entorno. Pero cuando se siente apoyada, comprendida y valorada, puede ofrecer a sus hijos un espacio de seguridad emocional que les permite crecer con confianza.
Impacto estrés materno
De acuerdo con investigaciones recientes de la OMS, las mujeres experimentan niveles más altos de estrés y depresión que los hombres, especialmente durante el embarazo y el posparto. Estos períodos son críticos: las hormonas, los cambios físicos, la falta de sueño y las nuevas responsabilidades crean un terreno fértil para la vulnerabilidad emocional.

Muchas temen ser juzgadas o malinterpretadas, lo que agrava su sensación de aislamiento. Por eso, reconocer su voz y validar sus emociones es fundamental.
Cada madre tiene su historia, su carga y su forma de enfrentar los retos; y todas merecen ser escuchadas. El bienestar de las madres no es solo un asunto individual, sino una responsabilidad social. Cuidar de su salud mental es cuidar del futuro, de la niñez y, en última instancia, de la sociedad.
Romper el silencio
Es tiempo de romper el silencio, de crear redes de apoyo reales, de ofrecer espacios donde las madres puedan hablar sin miedo, pedir ayuda sin culpa y recibir atención psicológica o psiquiátrica cuando la necesiten.
Las familias, los amigos, las comunidades y los profesionales de la salud debemos ser parte de este cambio. Escuchar, acompañar y ofrecer empatía puede marcar la diferencia entre una madre que sobrevive y una que florece.
Dar esperanza
Priorizar la salud mental materna es una inversión en el futuro. Las acciones que tomemos hoy se reflejarán en generaciones más sanas, más empáticas y más resilientes. Porque una madre emocionalmente estable cría hijos emocionalmente fuertes.
Recordemos que cada gesto cuenta: una conversación sincera, una mano tendida, un momento de descanso ofrecido con amor.
La salud mental no es un lujo; es un derecho
Cuidar de nuestras madres es cuidar de todos nosotros. La salud mental no es un lujo; es un derecho humano. Y al protegerla, estamos sembrando las semillas de un futuro más saludable, justo y esperanzador para toda la sociedad.